Los crímenes sin resolver, principal cuenta pendiente de ETA

Atlas 05/05/2018 18:02

Íñigo Pascual acompañaba a su padre en el coche cuando ETA lo ametralló (el 5 de mayo de 1982). "Los disparos los he oído 30 años después". Ángel había sustituido en la central de Lemóniz a José María Ryan, también asesinado por ETA 15 meses antes. Nunca se supo quiénes fueron los cuatro pistoleros. "Es no odio, pero sí me gustaría que los terroristas fuesen detenidos y cumpliesen sus penas. Les perdonaré cuando crea que ellos solicitan un perdón sincero". Son los crímenes sin resolver la principal cuenta pendiente de la banda terrorista, ahora mismo, en total descomposición. "No vienen a pegarte un tiro en la nuca, pero sí hay un rechazo social a la Guardia Civil", explica un agente destinado en el País Vasco. "Siendo vasco y viendo que estaban matando en tu tierra, podías cerrar las ventanas y no querer ver o tomar parte", explica otro. Con la captura de los jefes militares de ETA en 2002 comenzó su declive. Clave, Ibón Fernández Iradi 'Susper', que aglutinaba toda la documentación operativa. 160 etarras fueron detenidos. A partir de ahí, los siguientes responsables ni supieron ni pudieron recomponer la estructura. Sólo un reducido núcleo duro de los presos se muestra escéptico. Y poco más. En siete años, ETA se ha desintegrado. Residual, nos confirman fuentes de la lucha antiterrorista, con menos de 10 integrantes activos en la clandestinidad, sin comandos ni responsables, ni referentes, ni medios, resignados a una vida 'normal' para poder subsistir. Como el resto de huidos, algo más de un centenar, completamente desvinculados de la organización. Y en cuanto a sus arsenales, lo que no han entregado, o está en desuso o lo han vendido. Sólo falta saber el paradero de 60 pistolas de las que robaron en Vauvert, pero ni siquiera está claro que sigan en su poder.