Según el psicólogo Robert Sternberg, toda relación amorosa se compone de tres elementos fundamentales que deben estar en equilibrio
La pasión, la intimidad y el compromiso están en los vértices del triángulo del amor
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¿El amor tiene fecha de caducidad? Según la reconocida neurocientífica Helen Fischer, este sentimiento, en su expresión más romántica e intensa, puede perdurar entre 18 meses y tres años. Pero pasado ese tiempo los niveles hormonales asociados al enamoramiento disminuyen y el cerebro recupera su actividad normal. Sin embargo, el fin del periodo de 'encantamiento' no tiene por qué implicar necesariamente el fin de esa relación.

El psicólogo estadounidense Robert Sternberg elaboró en la década de los 80 la teoría del triángulo del amor, que sugiere que este se compone de tres elementos fundamentales: la pasión, la intimidad y el compromiso. De cómo se combinen esas tres dimensiones dependen las distintas formas de amor pero cuando los tres están presentes aumentan las probabilidades de que una pareja sea duradera.
Estos tipos de amor según la combinación del triángulo de Sternberg pueden ser entendidos de manera aislada o como etapas. Algunos de ellos son los siguientes:
- Cariño. Hace referencia a la amistad verdadera. Hay intimidad, pero no existe deseo de tener relaciones íntimas ni compromiso como pareja.
- Encaprichamiento. Aquí hay mucha pasión, pero no intimidad ni compromiso, lo que convierte este tipo de relaciones en superficiales.
- Amor vacío. Esta modalidad se caracteriza por un elevado compromiso pero sin pasión ni intimidad.
- Amor romántico. Ambos miembros de la pareja sienten atracción y excitación y además tienen confianza y cercanía. Eventualmente, esta etapa podría acabar incorporando el compromiso.
- Amor sociable. Existe intimidad y compromiso, pero ya no pasión. Suele darse en relaciones de largo recorrido.
La pasión, el motor de arranque
La pasión es el vértice del triángulo más presente en los primeros meses de la relación, cuando la atracción física juega un papel fundamental. Hablamos de esas mariposas en el estómago cuando se ve a la otra persona, esa chispa inicial intrínsecamente unida al deseo físico. Pero para que una relación sea exitosa no puede depender únicamente de este componente. Las parejas que logran mantener una conexión duradera deben saber cómo revivir la pasión cuando esta disminuye.
Cercanía emocional para perdurar
La intimidad es, según Sternberg, el componente del amor que se refiere a la cercanía emocional y la conexión profunda entre las personas. Es la amistad dentro de la relación, la confianza y el apoyo mutuo que facilitan la resolución de conflictos. Además, permite una mejor comunicación y una mayor empatía entre las parejas, elementos que son cruciales para superar los altibajos que toda relación enfrenta. Al final, las relaciones con alta intimidad tienden a perdurar, por eso es el punto más alto del triángulo de Sternberg.
El pegamento de la pareja
El tercer vértice es el compromiso, que se refiere a la decisión de mantener la relación a largo plazo y superar los altibajos que pueden surgir. Las parejas comprometidas tienen más probabilidades de trabajar juntas para superar obstáculos y enfrentarse a los desafíos de la vida en común. El compromiso es el pegamento de la pareja y, por tanto, el componente que más influencia tiene en su durabilidad.
El equilibrio entre los tres componentes puede ir evolucionando a medida que una relación avanza, pero, según concluye Sternberg, sin la expresión de este triángulo hasta el amor más auténtico está condenado a no durar. Cuando uno de los vértices, como la pasión, se debilita sin que se refuerce el compromiso o la intimidad, la relación inevitablemente va a estancarse. El desequilibrio de estos factores conduce a la insatisfacción y, eventualmente, al fin de la relación.

