Por qué no deberías ducharte justo después de hacer deporte, según un experto
Pasar por la ducha nada más terminar de hacer ejercicio puede dar lugar a mareos o incluso a síncopes
El doctor José Manuel Felices Farias explica por qué hay que esperar un tiempo prudencial antes de meternos bajo el agua
Cómo evitar que tu cuerpo te mate: “La sobrehigiene es un error, el cuerpo no necesita oler a coco tropical”
Nos parece lo más natural del mundo darnos una ducha reparadora inmediatamente después de haber hecho una actividad física intensa, ya sea correr por el parque, entrenar con la bici, jugar al pádel o machacarnos en un gimnasio. Y sin embargo, podemos estar cometiendo un error garrafal, tal y como avisan diversos expertos en salud. “Nunca te duches después de hacer deporte”, advierte el doctor José Manuel Felices Farias, especialista en Radiodiagnóstigo, en su cuenta de Instagram.
¿Es posible que darse una buena ducha después de un esfuerzo físico no sea buena idea? Bueno, la clave está en lo que entendamos por "después de". Es innegable que ponernos debajo del chorro de agua, más allá de la sensación de frescura y limpieza, ayuda a eliminar de la piel el sudor -lo que previene problemas como el acné, la foliculitis o las infecciones por hongos-, favorece la circulación sanguínea y acelera la recuperación muscular.
¿Entonces? El error está en ducharse justo después de dejar de entrenar. “Mientras entrenamos los músculos queman energía y eso produce calor, lo que eleva la temperatura de tu cuerpo. Para compensarlo los vasos sanguíneos se dilatan y se facilita la sudoración que baña y se evapora en la piel disminuyendo la temperatura”, explica el doctor Felices Farias.
Regulación interrumpida
“Si terminamos el entrenamiento y nos vamos corriendo a la ducha, interrumpimos el proceso natural de regulación de la temperatura y puede dar lugar a mareos o incluso a síncopes”, alerta el también profesor universitario. Es como si se paralizara el proceso de apagado del motor.
Limpieza incompleta
Y da otra razón. El sudor no solo ayuda a regular la temperatura corporal, sino que arrastra toxinas que salen a la superficie de la piel. “Si nos duchamos enseguida, no permitimos al cuerpo que termine de excretar esas toxinas, dejando una sensación de que no se ha completado la limpieza. Incluso como si siguiésemos sudando después de ducharnos”, explica el especialista. Esto ocurre porque el cuerpo sigue trabajando para regular su temperatura, y la ducha no ha detenido este proceso.
“Por último, el sudor tiene un pH ligeramente ácido, lo que protege a la piel de bacterias y agresiones externas mientras hacemos ejercicio. Si te duchas muy rápido con jabones alcalinos, rompes ese equilibrio y tu piel queda más indefensa pudiendo irritarse o resecarse”, añade el doctor.
La paciencia, la mejor compañera
Así que ducharse después de hacer deporte está bien, pero con un poquito de paciencia. Hay que esperar al menos 15 minutos -aunque algunos expertos recomiendan alargarlo hasta 30- antes de poner a nuestro organismo en contacto con el agua. Este tiempo permite que el cuerpo regrese a su temperatura y frecuencia cardíaca normales, y que la sudoración disminuya. Y mientras tanto, el doctor Felices sugiere hidratarse, respirar, estirar o socializar con los compañeros. Después de eso ya se puede disfrutar del chorro.
