Mercedes Cebrián o el arte de ir de compras como cuando éramos niños: "Temo que se pierda el gesto de hurgar entre vinilos"

Hurgar entre vinilos
El hábito de hurgar entre vinilos, en peligrogetty images
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"Comprar es pertenecer al mundo de los vivos", sotiene la escritora Mercedes Cebrián en 'Estimada clientela. Una celebración del arte de ir de compras' (Ediciones Siruela), un ensayo que reivindica, entre el humor y la nostalgia, los rituales de compra que han formado parte de nuestro día a día durante décadas, creando lazos afectivos mucho más sólidos de lo que creemos hacia marcas, tiendas y objetos que pasan a acompañarnos como bandas sonoras vitales.

Cebrián se aparta conscientemente de los juicios de valor sobre el mero acto consumista de adquirir productos para aproximarse con fascinación sociológica al fenómeno de ir de tiendas, sobre todo en un momento en el que cada vez son más las que echan el cierre definitivo. "El temor ante la desaparición, en un futuro cercano, del acto de ir de compras tal como lo conocíamos hasta que internet entró plenamente en nuestras vidas" es lo que impulsó a la escritora a "dejar constancia de las alegrías que este hábito nos ha dado a muchos".

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Mercedes Cebrián

¿En qué momento cambió el hábito de ir de compras tal y como lo conocíamos?

Cuando apareció el comercio electrónico, en concreto Amazon. Y después, durante la pandemia, parecía que teníamos que asistir definitivamente a su funeral, aunque creo que el hábito no estaba tan muerto, porque ha revivido.

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Especialmente la agradable ansiedad casi infantil al ver grandes cantidades de cosas juntas entre las que elegir alguna para llevárnosla a casa. Otra cosa esencial es la posibilidad de tocar y/o probar lo que compramos: palpar la lana de un jersey o tumbarse en un colchón para comprobar si es cómodo son actos necesarios. Otra pérdida tiene que ver con la interacción entre vendedores y compradores, un trato específico que puede llegar a extinguirse.

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Parece que la compra de lotería de Navidad requiere hacer largas colas: la superstición y el deseo de tener buena suerte no se cambia de un día para otro. Otro es la compra de objetos pequeños o en cantidades pequeñas: un tornillo, una pinza para el pelo, un vaso… hasta los más adictos a la compra online bajan a la tienda a buscarlos. Y un tercero podría ser la compra de carne o pescado frescos: con la comida no se corren tantos riesgos.

En el libro decides ignorar el aspecto consumista del hábito de ir de compras. ¿Cómo se equilibra la parte ‘buena’ de este hábito con sus connotaciones más frívolas y negativas?

La clave nos la da la diferencia entre las palabras “consumismo” y “consumo”. La segunda es neutra y la primera peyorativa. Es como la diferencia entre emborracharse y salir a tomar una caña… creo que no hay mucho que explicar.

Dices que “comprar es pertenecer al mundo de los vivos”. ¿Podríamos decir entonces que nos morimos un poco que cada vez que cierra una tienda que forma parte de nuestra memoria sentimental?

En mi opinión sí: se pierde un modelo de trato humano, incluso se pierden gestos como los de hurgar entre discos de vinilo, por ejemplo, o recuerdos vinculados a la familia, ya que de niños íbamos con nuestros padres o familiares a comprar y de ellos aprendíamos los rituales propios de ese hábito.

“No va a quedar nada de todo esto” ¿Qué futuro les espera a los barrios sin las tiendas de barrio?

Al final serán lugares residenciales, pero donde para comprar el pan tengas que coger el coche o el transporte público, como pasa en muchos lugares de Inglaterra o EEUU. O, poniéndome agorera, lugares desolados donde nadie querrá vivir. Pero yo confío en que en Europa no caigamos en eso. Hay demasiada tradición de paseo por las calles de la ciudad: la caminata por el barrio es casi patrimonio inmaterial de la UE.

En cierto modo, El Corte Inglés fue el tatarabuelo de Amazon. ¿Crees que en el futuro las generaciones actuales mirarán a los gigantes actuales del e-commerce con la misma nostalgia que tenemos nosotros por los grandes almacenes primigenios?

Qué imagen tan curiosa, pensar que en un futuro Shein, Amazon o Temu sean vistas con nostalgia por alguien. Pues quizá sí, pero yo no creo que tenga mucho contacto con las generaciones que lo vean así: viviremos en mundos mentales distintos, así que quizá no tenga la oportunidad de hablar con ellos al respecto.

¿Qué sería del país si cerrara para siempre El Corte Inglés?

Sería un país mellado; no podría sonreír como hasta ahora.

En el libro dices que “a comprar se aprende”. ¿Sigue siendo así en el mundo online actual?

Creo que sí. La manera de hacerlo es, sobre todo, mirar con detalle las características del producto. Ahora, además, contamos con los comentarios de otros compradores, pero leer todo ese material lleva casi tanto tiempo como salir de compras a un espacio físico.

¿Los supermercados o el ‘híper’ siguen siendo hoy el punto de encuentro social, ‘la plaza del pueblo’?

Sí, creo que tienen algo de ágora. No son tan distintos de aquellos hipermercados a los que cantaba Martirio, quien para visitarlos se ponía su chándal y se calzaba sus tacones. Ir a un híper, para mí al menos, sigue siendo una pequeña aventura. Y también para la escritora Annie Ernaux, que dedicó su libro Mira las luces, amor mío a sus frecuentes visitas a uno de ellos.

¿Y qué rol desempeñan los bazares de ‘todo a cien’?

Creo que equivalen a la comida basura, a los snacks que te comes cuando tu cuerpo te pide azúcar o alguna satisfacción inmediata. Pero también se puede uno acercar a ellos con creatividad, pensando en los posibles usos alternativos de lo que venden, o en empezar a desarrollar una afición nueva sin gastar mucho, por ejemplo, aprender a tejer. También sirven como botiquín de primeros auxilios para todo eso que se nos rompe de repente en casa.

Dos grandes mitos sobre el hábito de ir de compras, o mirar escaparates, que no sean verdad

  1. Ir de compras implica siempre un gasto: creo que no, que puedes tener una experiencia “plena” sin comprar nada.
  2. Al final acabas comprando lo que no necesitas: creo que, si te entrenas en el arte de ir de compras, irás a tiro hecho.

¿Y alguno que sí sean cierto?

  1. Los niños son consumidores muy exigentes: son poco flexibles y saben exactamente lo que quieren. Lo único es que no tienen el dinero necesario para comprarlo.
  2. Ir de compras es una forma de conocer ciudades y culturas.

¿Abrir hoy día una tienda (de lo que sea) es un acto románticamente suicida?

Me parece que sí, salvo que abras una franquicia de carcasas de móviles o de algún otro bien no perecedero que esté de moda. O también puede verse como un capricho que solo pueden permitirse unos pocos, gente que tiene predilección por algún producto y le gusta ponerlo al alcance de otros. Hace poco vi en Madrid una tienda que solo vendía salsas picantes: me pareció que su dueño o dueña quería transmitirle al mundo su amor por los sabores pronunciados.