SOCIALIZACIÓN

Por qué te cuesta más hacer amigos cuando vas cumpliendo años: claves para revertirlo

Con el paso de los años nos cuesta más socializar, pero no es pereza: es ciencia
Con el paso de los años nos cuesta más socializar, pero no es pereza: es ciencia. PEXELS
  • Un estudio ha conseguido demostrar que lo que nos hace menos sociables con la edad no es pereza, es ciencia

  • Y… a menos amigos, menos salud y más envejecimiento. En Uppers te damos las claves para ampliar tu círculo

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¿Te has dado cuenta que, a medida que cumplimos años, salir del sofá y quedar con gente ya no llama tanto la atención? Parece que, sin darnos cuenta, vamos acumulando más “tranquilidad” y menos ganas de socializar y eso, mantenido en el tiempo, juega en nuestra contra. El simple hecho de pensar en una cena con más de cuatro personas en un lugar que no frecuentas, ¿Te pone nervioso o nerviosa? Tranquila, no eres la única persona a la que le pasa, de hecho no es pereza social, es algo más profundo para lo que la ciencia tiene explicación: un estudio ha encontrado que esos cambios en las ganas de socializar podrían estar relacionados con transformaciones que ocurren en nuestro cerebro con la edad. En Uppers te mostramos los sorprendentes hallazgos de esta investigación y las claves para revertir la evolución de esas conexiones cerebrales que nos vuelven menos sociables y que, indirectamente, provocan que envejezcamos antes.

La edad juega en contra de la sociabilidad

El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, se metió de lleno en la mente humana para ver qué pasa ahí dentro a medida que envejecemos. ¿La conclusión? Que hay ciertas conexiones del cerebro que van cambiando con los años y eso podría explicar por qué, con el tiempo, nos apetece menos socializar. El trabajo fue publicado en Plos One, y se basó en escaneos cerebrales y pruebas psicológicas realizadas a 227 personas de entre 20 y 77 años residentes en Alemania. Según los científicos, la capacidad para comunicarse bien, gestionar emociones y desenvolverse en ambientes sociales —lo que vendría a ser “la sociabilidad”— puede ir bajando a medida que sumamos velas en la tarta.

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¿Y por qué? Pues porque, al parecer, la edad tiene una relación directa (y negativa) con esa sociabilidad. Los expertos encontraron dos tipos de redes cerebrales que parecen jugar un papel clave: una, que llaman APN, se activa más con los años, pero paradójicamente está ligada a menos vida social; la otra, la ANN, va perdiendo fuerza con la edad, aunque cuando está activa nos ayuda a ser más sociables, más empáticos y manejar mejor las emociones en situaciones de interacción.

No es pereza social, es ciencia

El estudio buscaba comprobar cómo cambia la sociabilidad con la edad, para lo que usaron los datos extraídos de una serie de escáneres cerebrales y test psicológicos. Eso sí, excluyeron a personas con problemas médicos graves o que tomara medicación para la cabeza o el corazón —que interfirieran lo menos posible en el análisis, así que los participantes eran todos adultos “sanos” que residían en Alemania.

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Los datos salieron de un estudio llamado LEMON (Leipzig Study for Mind-Body-Emotion Interactions) de 3 días de evaluación: el primer día se tomaron datos de resonancia magnética y el segundo día se realizó la evaluación psicológica que mide la sociabilidad por computadora. Para medir cuán sociables eran, les hicieron completar un cuestionario específico (TEIQue-SF), que mide cosas como el manejo de las emociones en situaciones sociales y el nivel de conexión con los demás. A la par, pasaron por una resonancia magnética funcional en reposo a los participantes, para ver cómo se conectan las distintas regiones cerebrales sin que la persona esté haciendo nada en particular.

Luego, los científicos analizaron esas conexiones como si fueran una red de autopistas cerebrales y buscaron patrones: qué zonas del cerebro se conectan más o menos con la edad. Y no solo eso: hicieron un análisis estadístico extra (llamado de mediación) para ver si esos cambios en la conectividad explicaban la relación entre edad y sociabilidad. ¿Y qué encontraron? Que sí, que las redes cerebrales lo explican todo: tanto las que se activan más con los años (pero que restan sociabilidad) como las que se apagan (y que antes la favorecían) están 100% involucradas en el cambio.

Cómo revertir los cambios

Si bien la ciencia ha demostrado que con los años somos menos sociables, también ha demostrado que nos volvemos más selectivos a la hora de elegir a quién dejamos entrar en nuestro círculo. Esos grupos enormes de amigos que teníamos en la juventud se van reduciendo, y al final nos quedamos con unos pocos —pero buenos— con los que podríamos compartir desde una cerveza hasta una siesta en el mismo sofá sin decir ni una palabra. Y casi siempre son de nuestra edad. ¿A quién se le ocurriría quedar con alguien 20 años más joven para charlar un rato? Pues ojo, porque quizá eso sea justo lo que nos hace falta.

Un estudio de la Facultad de Sociología de Tampere, en Finlandia, sugiere que la amistad entre personas mayores y jóvenes no solo es posible, sino que puede ser muy beneficiosa. Según sus autores, este tipo de relaciones ayuda a sentirnos más incluidos, conectados y vivos. Además, pueden resultar muy interesantes y divertidas para los dos lados. “La amistad entre generaciones tiene mucho de lo que hace especial a cualquier amistad, pero además aporta cuidado, disfrute y una sensación de pertenencia diferente a la que ofrecen los amigos de la misma edad”, cuenta Riikke Korkiamäki, la investigadora principal del estudio. Así que si últimamente sientes que estás en modo “ya tengo a mis amigos y no necesito más”, tal vez sea hora de salir un poco de la zona de confort, conocer a alguien nuevo y si es más joven mejor que mejor.