Fuera del mundo: el hombre que se fue a vivir hace 40 años a un bosque escocés sin agua ni electricidad
Smith habitado en solitario en una cabaña rústica junto al Lago Treig, sin electricidad, ni agua corriente
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Cuando Ken Smith decidió alejarse de forma definitiva del ruido y la vida mundana, no sintió la necesidad de compartir con aquellos que le rodeaban una gran declaración de intenciones, ni tampoco un manifiesto solemne. En su lugar, lo que hizo fue ponerse a la espalda sus escasas pertenencias y comenzar a caminar hacia el silencioso corazón de las Tierras Altas escocesas. Al hacerlo, dejó atrás una vida marcada por la violencia y la incertidumbre, y no volvió a girar la mirada hacia esa versión de sí mismo.
Desde entonces, y durante casi cuatro décadas, Smith ha habitado en solitario en una cabaña rústica junto al Lago Treig, sin electricidad, agua corriente, ni ninguna de las comodidades típicas del mundo moderno que damos por hechas en nuestro día a día. Un desafío absoluto a las nociones contemporáneas de bienestar y progreso.
Una vida autosuficiente
Su historia no se limita a un simple rechazo de la sociedad convencional; sino que está impregnada de una profunda filosofía vital que cuestiona el ritmo frenético y superficial de la civilización actual. Smith no ha construido un refugio; ha creado un ecosistema personal basado en la autosuficiencia, en el que pesca, cultiva sus propios alimentos, recolecta bayas silvestres y prepara artesanalmente su propio vino y cerveza.
"Si amas la tierra, ella te devuelve ese amor", reflexiona Ken en el documental "The Hermit of Treig", dirigido por Lizzie MacKenzie, cuya cámara explora con sensibilidad y respeto las texturas de una vida que a muchos podría parecer extrema, pero que él defiende como auténtica y plena.
Este largometraje, que ha sido recibido con una respuesta muy positiva en festivales como el de Glasgow en 2022, abre la puerta además a una inesperada relación intergeneracional entre Smith y MacKenzie, quien tardó años en construir una confianza mutua lo suficientemente sólida como para plasmar con veracidad la intimidad cotidiana del ermitaño. A lo largo de una década, MacKenzie se convirtió en interlocutora y confidente, en un testigo cercano del lento declive físico que impone la edad, especialmente en condiciones tan austeras como las que Smith eligió voluntariamente. Sin embargo, lejos de lamentarse, Ken Smith acepta estas dificultades como parte integral de su pacto tácito con la naturaleza y la soledad.
Paradojas de la soledad elegida
Smith no reniega por completo del contacto humano; y por ejemplo, recibe ocasionalmente ciertos suministros básicos, y en 2019 utilizó un dispositivo de alerta por satélite para solicitar ayuda tras sufrir un derrame cerebral, teniendo que ser rescatado en helicóptero tras sufrir este trance. Este episodio expone la paradoja básica que gira en torno a la propia existencia de Smith: aunque ha construido su vida alrededor del aislamiento, nunca ha cortado por completo los hilos invisibles que aún le unen al mundo exterior.
Además, a pesar de su aparente desapego por las convenciones sociales, Smith mantiene correspondencia de forma habitual tanto con amistades lejanas, como con desconocidos que se han acercado a él, fascinados por su peculiar estilo de vida. Esta comunicación escrita es su forma más evidente de conservar una conexión selectiva con la sociedad, y a través de ella comparte reflexiones sobre la naturaleza humana, la sostenibilidad y los valores fundamentales que cree perdidos en la modernidad.
En "The Way of the Hermit", su libro autobiográfico publicado en 2024, nuestro querido protagonista se atreve a profundizar en los motivos de esta radical elección de vida. De este modo, en sus páginas relata cómo una brutal agresión en su juventud, que le mantuvo en coma y le obligó a pasar por múltiples operaciones cerebrales, le impulsó a cuestionarse profundamente su lugar en el mundo. La decisión de retirarse fue más que una simple huida: fue una forma consciente y meditada de reclamar autonomía y significado frente a la incertidumbre y la vulnerabilidad.
El caso de Ken Smith es paradigmático y no solo fascina por su radicalidad, sino que también interpela directamente al espectador contemporáneo sobre la sostenibilidad, la dependencia tecnológica y la esencia misma de lo que consideramos necesario para vivir dignamente. Smith habita en los márgenes, pero su testimonio resuena con intensidad en un mundo que está saturado de estímulos y ruido superfluo. Su testimonio no supone una invitación para replicar su estilo de vida, sino que invita a reconsiderar lo que asumimos como imprescindible y cuestionando la narrativa dominante del bienestar y el progreso material.
En definitiva, la historia de Ken Smith no es solo un relato sobre la supervivencia aislada, sino una reflexión profunda y compleja sobre lo que significa realmente vivir. En su silencio y austeridad, Smith nos plantea preguntas incómodas, desafiantes, y sorprendentemente actuales: ¿Qué ganamos realmente en nuestra búsqueda incesante de comodidad y conectividad? ¿Y qué dejamos atrás, en nuestro afán de no estar nunca solos con nuestros pensamientos?
