Parejas que se enamoraron en agosto, el mes con más pedidas de mano: “Se puede reflexionar más"
Cuatro de cada diez parejas que están organizando su boda se conocieron en verano, según bodas.net
María, 50 años, se comprometió hace más de una década en agosto, y apunta que el verano es la época perfecta para eventos especiales
Los amores de verano suelen llegar sin esperarlo, ser libres y apasionados y en muchos casos, por qué no, terminar con un “sí quiero”. De hecho, agosto tiene una importancia especial en este sentido. Un estudio del que hablaremos a continuación avala esta afirmación destacando que el amor en la época estival no tiene que implicar fecha de caducidad.
A partir de una encuesta lanzada en la comunidad de bodas.net (portal y aplicación de referencia en el sector nupcial) a las parejas que están organizando su boda, por encima del 40% sostiene que su historia de amor empezó como un amor de verano. Otras aclaraciones resaltan que agosto es el mes en el que más pedidas de mano se realizan en nuestro país; para ser exactos, reúne el 12% del total de las pedidas de mano, seguido de los meses septiembre, octubre y diciembre, que suman el 10% respectivamente. Con estos datos probablemente muchos deseen que este caluroso mes no termine.
Momentos inolvidables
Manuel y María, de 49 y 50 años, se conocieron de vacaciones un verano de hace 26 años y al poco tiempo se casaron. “Los dos estábamos de vacaciones con amigos. Era agosto y ese día estábamos disfrutando cada uno por separado en la playa. Recuerdo que fui a comprar un par de helados para unas amigas y en la barra del chiringuito estaban Manuel y dos amigos tomando un refresco. Empezaron a cuchichear cuando llegué y cuando me fui se me quedaron mirando”, manifiesta ella.
María explica que se había fijado en Manuel y cuando llegó a la toalla junto a sus amigas les contó lo ocurrido y desde ese momento, comenzaron las miradas entre todos. “Una de mis amigas, la que siempre ha sido la más echada para delante, se animó a ir donde estaban ellos y conversó con los chicos. Yo me moría de vergüenza en la distancia”, añade.
Pasaron el día juntos y era bastante evidente que los dos se gustaban, al menos físicamente. “Se hizo otra pareja, otra amiga mía y uno de los amigos de Manuel. Afortunadamente, todos seguimos juntos, casados y felices. El verano es lo que tiene: encanto, pasión y desinhibición”, dicta ella.
Manuel cuenta con una gran sonrisa que, a los cuatro años de estar juntos, en un viaje que hicieron a Roma, él hincó la rodilla. “Quise elegir agosto por el significado que ya tenía para nosotros y porque no hay miedo a que haga frío y se estropee el día (ríe) y resultó ser una pedida de mano en la playa, de noche, con una cena con velas y música, todo muy romántico”, opina.
Por supuesto, María aceptó y desde entonces, confirman no haberse arrepentido. “Los meses de verano son una época maravillosa, donde hay más luz, más tiempo para estar en pareja, con la familia y los amigos y hacer planes que te hacen estar mejor, conectar más y ser más feliz. Pienso que, por esto, se trata de un tiempo idóneo para lanzarse a eventos especiales como puede ser comprometerse”, recalca ella.
Más relajados, más bienestar
Ainhoa Otero Yáñez, psicóloga sanitaria y sexóloga, identifica que el verano se percibe como una época más favorable para enamorarse por diversos factores. Atendiendo a la parte social, señala que se trata de meses que, por las vacaciones, los viajes, las reuniones..., se conoce a gente nueva y se amplía el círculo social. “Hay más tiempo libre y, en muchas ocasiones, menos presión laboral, que suele asociarse a un estado de mayor relajación”, especifica.
Por otro lado, a nivel biológico, el ocio saludable y el aumento de las horas de luz ayudan a mantener, e incluso aumentar, los niveles de serotonina (neurotransmisor conocido comúnmente como la “hormona de la felicidad”). “Es así porque tiene un impacto significativo en el estado de ánimo, el bienestar y la felicidad, entre otros”, declara.
A ello le agrega un componente físico o “estético”: “El calor y el buen tiempo favorece el uso de ropa más ligera, lo que intensifica el estímulo visual y puede despertar el deseo, facilitando así que pueda surgir una atracción física”.
La profesional asegura que se tiende a idealizar la etapa veraniega y suele asociarse a la libertad, la diversión y el descanso. “Esa idealización suele producirse porque es una etapa en la que con frecuencia se desconecta del trabajo y se vive a un ritmo de vida más sereno”, dice.
Recuerda que, desde el cine, la música o la literatura se ha reforzado esa idea. “Solo hemos de recordar todas esas parejas icónicas que han surgido a raíz de un “amor de verano”, como: Danny y Sandy en Grease, Baby y Johnny en Dirty Dancing o Noah y Allie en El Diario de Noa.
Agosto es el mes por excelencia -como refiere la anterior encuesta- para comprometerse. Otero reflexiona que ofrece un espacio para desconectar de la rutina que conlleva el día a día y reflexionar sobre la vida de cada uno, algo que -para ella- facilita la toma de decisiones importantes, como es la idea de afianzar la relación.
Suma que es totalmente normal que se elijan destinos como una playa o el lugar de vacaciones, lugares idílicos para declararse a alguien, ¿a quién no le gustaría?, porque efectivamente todo luce mejor en un entorno bonito bajo la inigualable luz del octavo mes del año.
Además del mes de vacaciones por excelencia, del idóneo para comprometerse, de ese en el que probablemente se descanse peor por las noches y haya menos coches en las ciudades..., también puede- para la psicóloga- considerarse una etapa propicia para los cambios y los nuevos comienzos “en el ámbito de las relaciones tanto para bien como para mal”.
Claramente, hay más tiempo para la convivencia en familia y todo puede resultar más intenso. “Al pasar más tiempo juntos durante las vacaciones, se pueden generar conflictos o discrepancias que pasaban desapercibidas en el ritmo más frenético que llevamos en otros momentos del año o por la costumbre. Con esto, algunos enlaces pueden verse perjudicados y otros reforzados, dependiendo de cómo se gestionen estas situaciones”, expone.
Sin embargo, septiembre para otros resulta una fecha con un notable significado. “Algunos consideran que es el verdadero inicio del año y, por tanto, agosto sería ese periodo de “transición” previo al comienzo de un nuevo ciclo, lo que podría impulsarnos a cerrar etapas o iniciar otras”, concluye.
