El fotógrafo que mezcla los rostros de familiares de diferentes edades: parecen una sola persona
La serie comenzó en 2008 casi por casualidad, con una foto del autor y de su hijo
Tu ADN puede tener "recuerdos" de la vida de tus abuelos
La primera vez que uno ve un retrato de Genetic Portraits, la reacción suele ser la misma: “¿De verdad son dos personas?”. Se trata de un proyecto, accesible directamente desde Instagram, que está firmado por el artista canadiense Ulric Collette, quien lleva desde 2008 mezclando en una sola imagen los rostros de dos familiares, ya sean padres e hijos, hermanos, primos, etc, para mostrar hasta qué punto compartimos cara… y genética.
Un accidente en Photoshop
Collette ha contado en varias entrevistas que la idea surgió casi por azar. En una entrevista contó que “Empecé a hacer esta serie de retratos genéticos en 2008 mientras participaba en un reto de una foto al día. En aquel momento hacía muchos autorretratos, y el primero fue de mi hijo de siete años y yo, y lo hice casi por accidente mientras intentaba algo muy diferente en Photoshop.”
A partir de aquella prueba, el fotógrafo comenzó a invitar a familiares y conocidos a posar en pareja. De esta sencilla forma surgió este proyecto que explora las similitudes genéticas entre distintos miembros de una misma familia. Al dividir sus rostros por la mitad y luego unirlos, crea personas nuevas e interesantes, en una serie a la que él autor denominó Genetic Portraits.
Desde entonces el autor ha continuado con su búsqueda de la respuesta a una simple pregunta: ‘¿Hasta qué punto tú y tus familiares os parecéis realmente?’, explorando así las semejanzas genéticas entre padres e hijos, madres e hijas, hermanos o hermanas.
Una técnica sencilla (en teoría)
La base técnica se repite una y otra vez y consiste simplemente en combinar imágenes de un lado del rostro con las de un familiar suyo por la mitad, creando así una nueva persona híbrida. El nuevo “rostro” mantiene coherencia de mirada, expresión y encuadre, pero revela una mezcla precisa de rasgos heredados.
El efecto visual es tan desconcertante como revelador… y muestra la continuidad de las estructuras óseas y otras similitudes, además de diferencias como el color de los ojos o sutiles variaciones en la forma de los labios o las mejillas”. Lo que queda claro con esta serie de piezas es que el poder del ADN es muy alto, y muchos quizás no somos realmente conscientes de ello.
Este proyecto no es solo un ejercicio de edición digital y simple curiosidad, sino una manera de visualizar los lazos de sangre de manera evidente, al mostrar a familiares que puede que estén separados por muchos años de diferencia, sean de distinto género, o estén también unidos a los rasgos de otras familias.
Además, la peculiaridad de esta obra ha pervivido con los años, de manera que la serie Genetic Portraits ha salido de las redes sociales y la pantalla del ordenador para exhibirse en espacios como el Centaur Theatre Company de Montreal, donde se presentó precisamente bajo ese título
Otros proyectos que exploran el parecido familiar
Genetic Portraits no es la única serie que investiga visualmente cómo actúa la herencia. Uno de los referentes más claros es “Family Tree”, del fotógrafo estadounidense Bobby Neel Adams. Desde los años 90, Adams une mitad de la cara de un adulto y mitad de la de su hijo, hija o nieto, recortando y pegando físicamente las fotos para mostrar lo que él describe como “una inquietante continuidad entre generaciones”.
Otro proyecto similar es “Identical”, del alemán Martin Schoeller, una serie de primeros planos de gemelos idénticos y múltiples presentada en museos. Sus retratos enfatizan cómo, incluso con un ADN casi idéntico, los gestos y microexpresiones revelan diferencias sutiles.
También la artista Alma Haser ha explorado la idea con “Identical Twins”, donde fotografía a gemelos y manipula sus retratos como puzles recombinados de 500 a 1000 piezas, y luego intercambia las piezas entre sí, creando rostros híbridos que parecen oscilar entre una identidad y otra.
Tres técnicas distintas, el collage analógico, la fotografía hiperrealista y los puzles intervenidos, que coinciden en la misma conclusión: la genética deja una huella visible que el arte puede amplificar hasta volverla sorprendente.
