Recorrido en coche por una Mariúpol devastada e invadida por la propaganda de Vladímir Putin

La vida en la Mariúpol ocupada parece haber encontrado la calma y acercarse a cierta normalidad, pero nada más lejos de la realidad. Un recorrido en coche por sus principales calles, donde Vladímir Putin lleva ya la propaganda rusa, basta para comprobar la devastadora huella que la guerra de Ucrania ha dejado en cada esquina. Una ciudad fantasmagórica.

Mariúpol, una ciudad con edificios en ruinas y edificios abandonados, pero con camiones y plasmas de televisión rusa

La ciudad ucraniana se presenta entre escombros, edificios en ruinas y vehículos abandonados en medio de las avenidas. Además, después de caer en manos de Rusia, se ha convertido en objetivo de la propaganda del Kremlin. Tres camiones y hasta 12 pantallas de plasma se encargan de difundir la retórica de Vladímir Putin entre los habitantes de la estratégica metrópoli portuaria. Horas y horas de programación de la televisión rusa.

Ante el panorama de destrucción absoluta, muchos se hacen la pregunta ¿cómo se puede vivir en esas condiciones?, en un lugar así. La guerra, que ha arrasado Mariúpol y numerosas ciudades, como también Járkov o Bucha, sigue estancada en otros lugares de la región del Donbás, donde Rusia centra sus esfuerzos. Los combates se intensifican especialmente en Lugansk.

Lugansk soporta la gran mayoría de bombardeos los últimos días

La provincia autoproclamada de Lugansk, en el Donbás, registra feroces combates. Los soldados ucranianos, tras defender la ciudad de Limán durante semanas, tienen que retirarse bajo el fuego enemigo. Las tropas prorrusas tomando posesión en los edificios administrativos de los pueblos asediados. Para una localidad de unos 20.000 habitantes han tardado semanas en lograr su control. No obstante, resulta un avance significativo para controlar el territorio.

Lugansk soporta en los últimos días la gran mayoría de bombardeos de la fuerza aérea rusa y su mortífera artillería. El propio Kremlin difunde imágenes de sus misiles Iskander machacando en Donbás. En Popasna, los prorrusos se pasean por las trincheras abandonadas, pero los ucranianos las cavan con ansia de nuevo. Ucrania se repliega pero no deja de luchar tras 92 días. No quieren ceder ni un centímetro de su tierra.