Muchas son las respuestas (problemas estructurales, falta de inversión en la agricultura de los países pobres, cambio climático...) pero llama la atención una: las grandes empresas que ganan mucho dinero especulando con los alimentos en la Bolsa.

Los precios del arroz, el trigo o el maíz se fijan en la Bolsa de Chicago y las bolsas 'de futuro' europeas. De allí sale lo que pagará un somalí por su pan o un mejicano por sus tortitas de maíz. Hasta hace algunos años este mercado servía para reducir el nivel de riesgo de compradores y vendedores. El problema ha llegado con la desregulación. Los fondos de inversión y grandes bancos, ajenos al mercado real de los alimentos, han visto en este mercado negocio y se han lanzado a por ello. Consecuencia: precios distorsionados e imprevisibles.

Entre las grandes empresas que especulan con los alimentos están algunos de los bancos que han provocado esta crisis. Los americanos: Goldman Sachs, Bank of America y JP Morgan y el británico Barclays Bank. Solo un ejemplo: un informe de la ong Intermón Oxfam señala que la división de banca de inversión de Barclays Bank podría haber ganado 406 millones de euros en 2010 con la especulación financiera de los alimentos.

No se puede jugar con los alimentos, no se les puede tratar igual que a otros mercados financieros "nos cuentan desde Intermón Oxfam-que llevan años pidiendo que se establezcan límites para evitar las consecuencias que tienen para millones de familias las decisiones de los especuladores que trabajan desde sus rascacielos de Chicago, Londres o París. También exigen más transparencia en este mercado, que si algo no debiera ser es opaco. Y es momento de pedirlo, con una crisis patente en los países ricos que tiene una cara muy visible entre los pobres: la cara del hambre.

En 2008 escuché a Pedro Alonso, investigador español y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación esta frase que se me quedó grabada: "La historia nos juzgará muy duramente porque somos la primera generación en la historia de la humanidad que tiene las herramientas para terminar con la enfermedad, la pobreza y promover el desarrollo social...Y yo añadiría- y de momento no lo hemos hecho.