El hombre logra que la pequeña ría a carcajadas cada vez que una bomba cae cerca de su casa en Siria, y cuenta cómo empezó todo.
Abdullah nos relata desde el asediado noroeste de Siria por qué decidió convertir los bombardeos sobre su ciudad en una broma de la que su hija se pudiera reír.
"Sé que el sonido de las bombas causa graves daños psicológicos a los niños. Por eso le digo a Salwa que los aviones son de juguete y que no les tenga miedo"
Otros progenitores sirios han intentado antes mitigar el pavor de sus pequeños a los obuses.
A otra niña, su madre le hacía cantar para combatir los nervios mientras caían los proyectiles hasta que uno estuvo cerca de acabar con sus vidas.
Otra niña más, Bana al-Abed, salió de su escondite y superó sus temores mostrando al mundo el sufrimiento de los niños sirios. A base de dibujos y de juegos se enfrentan los traumas de los que llegan a los campamentos de refugiados A los que siguen bajo las bombas, se les miente para que crean que la vida, si no es bella, al menos no es tan horrible como ven cada día.