Fracaso total de un saltador base en un complejo hotelero en México. El saltador acabó visitando por accidente a un huésped en su apartamento. A pesar del susto, el hombre está bien.
Saltó al vacío con una maniobra errática que cambió el horizonte marino, súbitamente por la cruda realidad de la fachada del edificio.
Tras el lógico improperio, el saltador en apuros escucha una voz.
Rechaza la ayuda que le ofrece una inquilina y se afana en el lío de amarres en que se ha convertido su paracaídas.
Todo ante la mirada de una señora que le observa desde el balcón que está justo debajo. La mujer permanece perpleja, casi sin poder reaccionar. Observa los apuros del hombre colgado junto a su balcón hasta que, ya liberado, consigue pisar superficie firme.
El final de la historia que quería ser épica y terminó siendo feliz y algo cómica.