Las personas que han estado al borde de la muerte no vuelven nunca a ser las mismas. Al menos durante un tiempo, lo que dura el impacto de sentirse muerto, ven la vida de otra manera, valoran más las pequeñas cosas y son capaces de relativizar el día a día. Lo que dure ese impacto y que la rutina no acaba llevando al lugar de partida es otra cuestión.
En busca de un cambio radical que les ayude a cambiar más de 25.000 personas han participado en servicios masivos de "funeral funerario" en el Centro de Curación Hyowon desde su apertura en 2012, con la esperanza de mejorar sus vidas simulando sus muertes, según desvela Reuters. La razón, claro, es enfocar la vida de otra manera una vez que una persona se ve en un ataúd durante 10 minutos contemplando las reacciones de las personas que le quieren, que también entran en el proceso. Los que participan en este proceso deben escribir su propio testamento, disculparse por todo aquello que los hagan sentir culpables, y desvelar las cosas que nunca hayan sido capaces de admitir ante sus amigos y personas cercanas. No solo eso, deben redactar una carta de despedida que deben compartir en voz alta con el resto de personas presentes.
Corea del Sur ocupa 33 de los 40 países encuestados en el Índice de Mejor Vida de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Muchos surcoreanos más jóvenes tienen grandes esperanzas de educación y empleo, y se han visto frustrados por una economía en enfriamiento y un creciente desempleo. El consejo de los expertos es aprender a prepararse ante la muerte a una edad temprana.En 2016, la tasa de suicidios en Corea del Sur fue de 20.2 por cada 100.000 habitantes, casi el doble del promedio mundial de 10.53, según la Organización Mundial de la Salud.
La compañía funeraria Hyowon comenzó a ofrecer los funerales para ayudar a las personas a apreciar sus vidas y buscar el perdón y la reconciliación con familiares y amigos, según señala Reuters. Y da resultados porque hay parientes que se reconcilian una vez han vivido, aunque sea un simulacro, la realidad de la pérdida del ser querido. Porque siempre hay alguien que llorará cuando no estemos aquí.