El pirotécnico Francisco González ha quedado en libertad con cargos y obligación de comparecer en el juzgado cada 15 días. Se le imputan delitos de homicidio imprudente, riesgo catastrófico provocado por explosivos, daños y lesiones por imprudencia. A la salida su abogado Ricardo Valencia ha confirmado las cantidades de material explosivo, nitrato de potasio, que el acusado guardaba en el depósito ilegal y ha querido insistir en que su defendido «está desolado» por lo sucedido.
Francisco González entraba al juzgado escondiendo su rostro con la capucha. Cuando lo detuvieron estaba cerca de la explosión del que había sido su almacén clandestino. Confesó que allí guardaba material pirotécnico pero dijo que no lo manipulaba ahí. La primera estimación es de 1.500 kilos de sustancias explosivas suficiente para preparar una tonelada de pólvora. Lo que se utiliza en la Cordá de Paterna, 20 minutos de cohetes o el triple de la Mascletá de Valencia. La explosión afectó a una superficie de 100 campos de fútbol y alcanzo una temperatura de 1,3 grados en la escala Richter.
El acusado también reconoció que la "avaricia" le llevó a usar el garaje clandestino para guardar material sobrante, que por ley no podía ni fabricar ni almacenar en su empresa porque el reglamento limita las cantidades. Según la investigación, el pirotécnico fabricaba de más porque vendía en negro. Esa actividad clandestina esquivó todos los controles. La inspección en su fábrica oficial superó con éxito la última visita de la Guardia Civil que desconocía la existencia del depósito que explotó. Las causas que iniciaron en fuego todavía se investigan.