Javier Ruiz, sobre las entradas de conciertos: “Los precios dinámicos son un chollazo para cobrar de más sin que te enteres”

Como cada semana en MoneyTalks, Javier Ruiz baja a tierra una de las noticias económicas más destacadas
En esta ocasión nos explica cómo funciona el sistema de venta de entradas y las principales razones de las subidas de precios
El (pen)último escándalo de Ticketmaster con una venta de entradas, en este caso las del artista puertorriqueño Bad Bunny para sus doce conciertos en Madrid y Barcelona en 2026, ha motivado que el ministerio de Consumo anuncie una investigación a la empresa gestora de los tickets por posibles irregularidades, tras recibir numerosas denuncias de los consumidores. Como cada semana en 'MoneyTalks', Javier Ruiz nos explica cómo funciona el sistema de venta de entradas y cuáles son las principales razones de las subidas de precios.
Cuando cada vez que pones a la venta entradas para un gran artista internacional hay problemas, deja de ser una coincidencia para convertirse en un modo de vida, y es lo que ha decidido investigar Consumo. Lo que tenemos es un mecanismo diseñado para exprimir al consumidor, hacer recargos disparatados y racionar los tickets para disparar los precios.
En el caso de Bad Bunny, había entradas desde 79 euros y llegaban hasta los 450, pero ocurría que cuando ibas a comprar la más barata, en el último paso (si eras afortunado de llegar a él) aparecían de repente tres recargos incomprensibles: gastos de gestión, lo cual es paradójico porque la entrada te la gestionas tú; donativo y gastos VIP. Estos últimos de un mínimo de 130 euros. Así, una entrada que costaba 79 euros salta a 269. Es una subida del 138%, en algunos casos del 200%.
Una situación de abuso de mercado
Cuando tienes una cuota de mercado en este tipo de ventas del 70%, es decir, cuasi monopolio, te puedes permitir muchos conceptos ocultos. Todo hace indicar que estamos ante una situación de abuso de mercado. Ticketmaster se aferra a la excusa de los precios dinámicos, esa fantástica manta que te permite tapar oferta y demanda. Ya los conocemos de Uber o de las aerolíneas, y básicamente lo que hace es expulsar del mercado a gente que no puede pagar estos precios.
Pero, ¿cómo sabremos que estamos ante un precio dinámico? No lo sabemos. El problema de los precios dinámicos es que siempre gana el mismo, ya sea Ticketmaster o Uber. No hay precios dinámicos que favorezcan al consumidor. Y son tan opacos que no se sabe si son de verdad o se debe a que están reteniendo la oferta. Yo no me creo que hubiera seis millones de personas multiplicando por 10 la oferta de las entradas para Bad Bunny. Los precios dinámicos son el chollazo de algunas empresas para cobrar de más sin que te enteres.
La reventa es la guinda del pastel de irregularidades. Ticketmaster la permite, pero solo si la gestionan ellos o sus webs autorizadas. Ahora mismo hay entradas para Bad Bunny, pero a partir de 400 euros. Esto no huele a precios dinámicos. Lo hemos visto incluso con artistas que no querían jugar a esto, como Joaquín Sabina o Bruce Springsteen. Pero si no pasas por el aro de Ticketmaster tienes un problema. Especialmente en EEUU, donde la empresa también es dueña de muchos de los estadios en los que se toca. Y te pueden sacar del circuito. Pasó cuando se rebeló Pearl Jam y LiveNation los mandó a tocar a un resort de esquí en Reno.
¿Qué se puede hacer?
En teoría se puede y se debe denunciar, a través de las asociaciones de consumidores o directamente en la web de Consumo, sin necesidad de procurador ni abogado. La realidad es que estas demandas tienen un recorrido larguísimo y mucha gente desiste. Y otro problema es que estamos ante un gigante que mueve 23.000 millones de euros en ingresos. Esto es el doble de lo que gasta España en defensa. Al final es un conflicto de Goliat contra pequeños David.
La versión de Ticketmaster es que un concierto es una experiencia única, que no es para todo el mundo. Para eso ya está el disco. Una actuación en vivo es un lujo, y el lujo se paga caro. A 500 o 600 euros el lujo. La promotora argumenta que la han convertido en la fachada detrás de la que se esconden todos los demás: los estadios, cada vez más caros, los artistas, cada vez más ambiciosos, y las compañías de música.
El Congreso de EEUU, sin embargo, dice otra cosa. Dice que LiveNation es un monopolio que se comporta como tal, explota al consumidor, al artista y maximiza sus márgenes. Incluso está barajando la posibilidad de romperlo en varias partes, extremo que si llegara a suceder podría tener trascendencia en otros países. Puedes ver en el vídeo de arriba la charla completa con Javier Ruiz en 'MoneyTalks'.