David Summers nos enseña su casa madrileña y su refugio secreto con más de 25 guitarras únicas

Una vivienda valorada en más de 1.5 millones de euros
La historia de 'Devuélveme a mi chica', el gran hit de Hombres G: "Ella era una niña muy pija y yo muy punki"
En una exclusiva urbanización al norte de Madrid, el cantante de Hombres G, David Summers, ha encontrado su refugio definitivo. Una casa que no solo es hogar, sino también estudio de grabación, escenario perfecto para mil y una celebraciones y testimonio silencioso de una vida dedicada a la música, el arte y los vínculos familiares. La vivienda, valorada en más de 1,5 millones de euros, y que ha sido diseñada con todo mimo y personalidad junto a su esposa, Christine Cambeiro. Hemos podido disfrutar de todo un vistazo privilegiado recientemente y al detalle a través de Instagram, en colaboración con la inmobiliaria Gilmar.
Un salón con historia y una planta baja pensada para crear
La planta principal de la vivienda está presidida por un gran salón lleno de luz, con ventanales que conectan con el exterior y una decoración ecléctica que alterna piezas de diseño moderno con objetos cargados de memoria. Entre ellos destaca un retrato peculiar de su padre, el cineasta Manuel Summers, vestido de torero, que corona una librería de madera oscura repleta de volúmenes y recuerdos personales.
Pero donde la casa cobra un significado más íntimo es en su sótano: un espacio insonorizado que David ha transformado en su estudio de grabación personal. “Este es mi lugar creativo, donde me siento libre y en paz” afirma mientras recorre este templo secreto en el que ensaya con Hombres G, compone en solitario y acumula una impresionante colección de guitarras, muchas de ellas conservadas desde los años 80. En total acumula más de 25 guitarras de distintos tipos, que ha ido acumulando a lo largo de su vida artística, ya que tal y como afirma, “no he vendido ninguna nunca”.
El sótano también incluye un despacho con luz tenue, ideal para escribir letras para sus próximos discos o repasar ideas. Es, como él mismo define, “una extensión del alma”, y resume bien su necesidad de vincular la vida privada con la creación artística.
Jardines cuidados, celebraciones al aire libre y un vínculo con la naturaleza
La casa se alza sobre una parcela de cerca de 2.000 metros cuadrados. El jardín, meticulosamente cuidado, combina árboles altos, praderas de césped y rincones de sombra pensados para el descanso o las reuniones familiares. Allí es precisamente donde celebró la fiesta de su boda, que estuvo inspirada en el glamour del Hollywood clásico, con invitados como Paula Echevarría y múltiples colegas y compañeros del mundo musical.
Aunque la piscina no se ha visto tan en detalle, esta también se intuye como una parte fundamental del entorno, en línea con las características habituales de estas propiedades en las afueras de Madrid. Las terrazas, conectadas con las zonas comunes, también invitan a largos atardeceres veraniegos y cenas entre amigos.
Todo en el exterior transmite una idea de serenidad y pausa, en contraste con la energía eléctrica que define la carrera musical de Summers. Es aquí donde la vida doméstica y la artística se entrelazan con naturalidad.
Una casa con alma: entre el arte, la intimidad y la nostalgia
David Summers, que ha cumplido 61 años el pasado mes de febrero, ha ido construyendo un relato vital que encuentra su eco en cada rincón de su vivienda. Su estilo de vida, equilibrando cuidadosamente entre exposición pública y resguardo íntimo, se materializa en una casa que evita los excesos decorativos y apuesta por el significado emocional. El diseño contemporáneo, sin caer en lo ostentoso, se funde con una sensibilidad nostálgica: fotos familiares, recuerdos de giras y homenajes discretos a los suyos.
“No necesito una mansión ni una discoteca privada”, ha dicho alguna vez Summers, “sólo un lugar donde vivir bien, crear y estar con la gente que quiero”. Su vivienda no solo cumple con ese propósito, sino que representa una evolución: del chico de la movida madrileña al hombre que ha encontrado, en las afueras de la capital, un refugio sereno donde seguir soñando con música.