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Qué hacemos si nos ponemos enfermos durante un viaje en el extranjero: "Hay que llamar inmediatamente"

Cómo actuar si enfermamos en un país extranjero. Pexels
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Muchos españoles aprovechan la longitud de las vacaciones de verano para hacer exóticos viajes al extranjero. África, Japón, América del Sur o la India pueden ser destinos muy apetecibles, pero para viajar hasta allí hay que preparar cosas mucho más importantes que la ropa o la maleta, tal y como indica Margarita Rubio Alonso, catedrática de Epidemiología de la Universidad Europea de Madrid. Su criterio coincide plenamente con las recomendaciones que da el Ministerio de Sanidad en cuanto a las precauciones que deben tomar los viajeros en este tipo de traslados. Hacerse un chequeo médico antes de marcharse, contratar un seguro general de salud y consultar qué vacunas son obligatorias en cada país de entrada, son algunos de ellas.

"Lo ideal es acudir a un centro especializado entre 10 y 12 semanas antes del viaje. Las citas se agotan rápidamente en los meses previos al verano. Además, algunas vacunas necesitan varias dosis o unos días para generar inmunidad. La de la fiebre amarilla, por ejemplo, debe administrarse al menos 10 días antes del viaje”, detalla la catedrática de la UE sobre la previsión que deben tener los viajeros en cuanto a las vacunas. Sin embargo, además de las enfermedades infecciosas que podemos contraer en los países elegidos, también hay otras circunstancias por las que podemos enfermar mientras estamos en ellos:

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¿De qué podemos enfermar cuando estamos de viaje?

Frecuentemente, los viajeros experimentan grandes y abruptos cambios en las condiciones medioambientales, que pueden tener efectos en detrimento de la salud y el bienestar (el viaje puede implicar importantes cambios de altitud, temperatura y humedad). Por ejemplo, la presión barométrica disminuye al aumentar la altitud, lo que reduce la presión parcial de oxígeno y causa hipoxia.

Los cambios repentinos de temperatura y humedad también originan pérdida de agua y electrolitos (sales) y puede provocar extenuación por calor y golpes de calor. La exposición a la radiación ultravioleta, especialmente la UVB, puede producir quemaduras solares debilitantes e insolaciones graves, especialmente en personas de piel clara, y la exposición de los ojos al sol puede causar queratitis aguda, la llamada ceguera de la nieve. Igualmente, existen muchos tipo de infecciones asociadas al consumo del agua, además de la conocida "diarrea del viajero", que deben evitarse a toda costa. El cólera, la criptosporidiosis, la cyclosporidiasis, giardiasis, la hepatitis A y E, la listeriosis, campylobacteriosis, salmonellosis y la shigellosis se transmiten a través del agua y los alimentos contaminados.

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¿Cómo hay que actuar?

Por todo ello, es posible que los turistas, sobre todo los que no se han informado ni protegido previamente, contraigan alguna enfermedad durante sus idílicas vacaciones. "En caso de enfermar en el extranjero, hay que contactar inmediatamente con el seguro médico y conservar todos los documentos relacionados con la atención sanitaria. Declarar previamente cualquier enfermedad crónica a la aseguradora puede evitar problemas de cobertura". añade la experta. Y el Ministerio de Sanidad subraya que, en el caso de los viajeros que ya tienen patologías previas, es necesario que lleven consigo el nombre y datos de contacto de su médico junto con la información sobre su situación médica y las pautas de su medicación.

"Al volver del viaje, también hay que permanecer atento a cualquier síntoma inusual. Fiebre persistente, diarrea prolongada o con sangre, erupciones, coloración amarillenta o cansancio extremo son señales de alarma. Hay enfermedades tropicales cuyos síntomas pueden aparecer semanas después del regreso”, recuerda Rubio Alonso, para que el turista no baje la guardia aun cuando ya haya retomado su rutina habitual.