Compartir partidas con hijos y nietos no solo refuerza los vínculos familiares, sino que también estimula la mente, crea momentos memorables y combate la soledad
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MadridHoy en día, desplegar un tablero, lanzar unos dados y sentarse alrededor de una mesa lejos de las pantallas puede parecer algo descabellado. Los juegos de mesa, con su sencillez aparente, están resurgiendo como un espacio intergeneracional y un antídoto muy eficaz contra el aislamiento tecnológico. Un momento en el que jugar no es lo principal, sino mantener conversaciones, crear recuerdos y establecer conexiones.
El regreso de los juegos de mesa
Lejos de haber quedado anclados en el pasado, los juegos de mesa están viviendo una segunda juventud. Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), el segmento de juegos de mesa ha crecido un 12% anual desde 2021, impulsado por una demanda cada vez más diversa. Ya no solo son los niños o jóvenes quienes buscan estos productos, cada vez son más los adultos que redescubren el placer del juego sin pantallas.
En este redescubrimiento, tienen mucho que ver padres, abuelos o tíos que buscan una manera auténtica de conectar con las nuevas generaciones encontrando en estos juegos no solo una actividad, sino una manera de crear recuerdos juntos: tiempo sin distracciones, miradas de complicidad o reglas que se negocian entre carcajadas.
Pero no solo se trata de su componente lúdico, el valor de los juegos de mesa está en su capacidad para entrenar la mente y poder reforzar funciones cognitivas, algo que cobra especial importancia en la madurez. Ciertos juegos como el Scrabble, los juegos de estrategia o el ajedrez ayudan a mantener activa la memoria de trabajo, la atención y la capacidad de planificación. Además, de su fuerte componente social que ayuda a combatir la soledad o el deterioro emocional.
En este sentido, el juego se convierte en una herramienta de prevención y bienestar, con muchos beneficios psicológicos demostrados. De hecho, un estudio publicado por la Universidad de Edimburgo señaló que las personas mayores que juegan de manera regular a juegos de mesa muestran un envejecimiento mental mucho más lento que aquellas que no lo hacen.
No solo son juegos: son joyas culturales
Este auge de los juegos de mesa también responde a una reivindicación cultural. Para muchos, los juegos de mesa se han convertido en pequeñas joyas artesanales, con diseños cuidados, ilustraciones inspiradoras y reglas que beben de mitos clásicos, literatura, historia o matemáticas.
En librerías especializadas como Gigamesh en Barcelona o La Comarca en Madrid, no es raro ver cómo públicos muy variados están ojeando cajas con la misma atención que otros buscan novelas. Muchos de los nuevos títulos que van apareciendo, están pensados para públicos muy variados, donde la edad no es un impedimento, es más bien una ventaja.
Algunos de estos juegos se han convertido en objetos de colección como algunas ediciones limitadas de clásicos como Carcassonne, Catan o Ticket to Ride que hoy tienen un valor enorme.
Recuperar la mesa como centro del hogar
Si hay algo que define bien a los juegos de mesa es la capacidad que tienen para devolver la vida a la mesa física de casa. En estos momentos, los móviles o tablets pasan a un segundo plano, dejando todo el protagonismo a los juegos físicos, que son una gran excusa para reunirse, pero también son un estupendo puente generacional. Se han convertido en herramientas culturales que permiten contar historias, crear estrategias o incluso enseñar valores.
Además, en un mundo que cada vez va más rápido, son una manera de frenar, de disfrutar del tiempo lento, de la conversación sin pantallas y del momento presente. Por eso, muchas familias recurren a ellos como una manera de mantener activa la vida familiar.
Una selección pensada para jugar entre generaciones
No todos los juegos de mesa son adecuados para todas las edades, pero sí que existen algunos que están especialmente diseñados para que sean un puente entre varias generaciones.
- Dixit: se trata de un juego de cartas que recurre a la imaginación y a la capacidad de narrar. Es ideal para estimular la creatividad, sobre todo en los más pequeños. Además, la belleza de sus imágenes lo convierte en una experiencia excepcional.
- Carcassonne: Es perfecto para aquellos que disfrutan con la construcción de paisajes y la planificación estratégica. Se puede jugar desde los 7 u 8 años y es muy sencillo de aprender, lo que lo hace la puerta de entrada ideal para aquellos que no han jugado antes.
- Qwirkle: Es un juego sencillo, visual y muy adictivo. Se basa en la combinación de colores y formas, lo que lo hace genial para personas mayores que quieran jugar con sus nietos de diferentes edades.
- La Escalera Encantada: Se trata de un juego cooperativo infantil, a partir de 4 años, que ha conquistado los corazones de muchas abuelas. Su mecánica es fácil, pero despierta risas y emoción. Además, este juego enseña a los más pequeños a jugar “con los demás” y no “contra los demás”.
- Rummikub: Es un juego atemporal que mezcla matemáticas, memoria y rapidez mental. Se puede jugar en familia y es muy útil para mantener la agilidad numérica.
- Código Secreto: Es un juego de deducción verbal con toques de espía y humor. Es perfecto para compartir con hijos adolescentes o adultos, ya que necesita agudeza mental y sentido del humor.


