Desde la grada, Manolito pidió la sudadera de Cristiano, y el luso se la dio, pero no llegó a sus manos. Las lágrimas del pequeño llegaron hasta Ronaldo que, durante el calentamiento, no le perdía de vista. Y él, desconsolado, se lanzó al campo a abrazarle. El luso, tras consolarle, le manda al banquillo, pero allí un miembro de la seguridad le saca del estadio. Sin partido, sin camiseta y sin esperanza, Manolito llora desconsoladamente. Mientras, en el campo, un empleado del Madrid le busca, sin suerte. Aunque, al final, es localizado y le entregan su camiseta blanca y la naranja de Cristiano. Con su tesoro, Manolito corre perseguido por otros niños que quieren su botín. Pero no lo consiguen. Horas después el chaval posa orgulloso con la camiseta de Cristiano en las redes sociales.