Cómo superar el complejo de enseñar tu cuerpo en verano: “No quiero ir a la playa”

Llega el buen tiempo y con él los planes acuáticos: barbacoa en la casa de tu amigo con piscina, una pequeña ruta para bañaros en el río, escapadas de fin de semana a la playa… Y aunque todos estamos deseando darnos un chapuzón, son muchas las personas que se sienten inseguras ante la idea de exponer su cuerpo.

“Todos los años lo paso mal en junio porque sé que empieza la temporada de ir a la piscina”, comparte Celia, de 27 años. “Luego se me va pasando porque me acostumbro, pero es muy difícil para mí. Es una mezcla de vergüenza de que me vean y odio hacia mi cuerpo”, añade.

Lo mismo le ocurre a Lydia, de 24 años. “No quiero ir a la playa”, aunque lo hará ya que hace dos años se obligó a sí misma a no renunciar al disfrute por los complejos. “He pasado muchos años sin ir o yendo con camiseta y pantalones con escusas tontas como que estaba con la regla y no podía bañarme o que estaba mala. No quiero volver a eso, pero todavía no soy capaz de imaginarme en la playa a gusto, aunque esté con mis amigas. Siempre está ese miedo a que te juzguen y se rían de ti desconocidos”, confiesa.

Esta inseguridad también afecta a hombres, entre ellos Luis, de 28 años. “Lo que peor llevo es el tema fotos”, nos explica. “Si voy con mi pareja, sabe que estoy incómodo y lo respeta, pero cuando nos juntamos muchos amigos y quieren hacer una foto, me agobio mucho. Siempre intento hacer la foto con mi móvil y editarme, o si no me coloco entre dos personas para que no se note tanto que estoy gordo”.

Estos tres jóvenes comparten un complejo que está presente todo el año pero que se vuelve más incapacitante en verano.

Cuando el complejo se convierte en evitación

Vivimos en una sociedad gordófoba le pese a quien le pese.  Muestra de ello es que cuando una marca de deportes saca ropa de talla grande, muchas personas se ofenden porque es “apología de la obesidad”. En otras palabras, la sociedad quiere que las personas gordas adelgacen, pero cuando se les ofrecen opciones para hacerlo, se ofende.

Otro gran ejemplo de la gordofobia es que, hasta hace más bien poco, la ropa de baño para personas con sobrepeso y obesidad era toda igual: oscura, con mucha tela y de venta en lugares muy concretos (casi siempre la tienda de barrio en la que tu abuela se compra las fajas). Afortunadamente a día de hoy esto está cambiando y las tiendas, sobre todo las de venta online, tienen bikinis y bañadores para tallas grandes iguales a los que las personas con normopeso llevan utilizando toda la vida.

Este tipo de dinámicas gordófobas se interiorizan y poco a poco, las personas con un peso no normativo asumen que hay algo mal en su cuerpo. Esto afecta a cuerpos muy diversos: personas con michelines, con muslos anchos, con estrías, con celulitis, sin un pecho porque ha padecido cáncer de mama, con mucho vello corporal, etc. Y con el tiempo, la vergüenza se convierte en evitación.

Como psicóloga hay un concepto que utilizo mucho en consulta: la evitación a la exposición corporal o, en otras palabras, la vergüenza a la hora de mostrar nuestro cuerpo, a veces a los demás, a veces a nosotros mismos. Algunos ejemplos de conductas de evitación a la exposición corporal son:

  • Evitar mirarte al espejo al salir de la ducha.
  • Apagar la luz cuando tienes sexo con tu pareja.
  • Darte la vuelta mientras te cambias en un probador para no verte sin ropa.
  • Ponerte pantalones largos y manga corta en plena ola de calor en verano. Jamás tirantes, pantalones cortos y vestidos cortos.
  • Ir a la piscina o piscina solo si hay poca gente o incluso no ir. 

¿Te sientes identificado/a con alguna de estas conductas? Probablemente sí, y si no es ahora, ha sido en algún momento de tu vida.

No es que tu cerebro funcione mal, es que la sociedad nos machaca para que odiemos nuestro cuerpo y cuesta mucho liberarnos de esa costumbre.

Cómo superar el complejo y disfrutar de la piscina o playa

No hay recetas mágicas para eliminar las secuelas de la gordofobia, pero sí podemos hacer un esfuerzo consciente para superar nuestros complejos. Es aquí donde entran en juego las conductas de evitación a la exposición corporal de las que hablaba antes.

Si evitar tu cuerpo aumenta tu complejo, exponerte (o exponer al mundo) a él lo reducirá. Pero puede ser difícil pasar de cero a cien en cuestión de días, por eso es tan importante ir poco a poco.

  1. Coge un papel, abre las notas del móvil o crea un documento en el ordenador. Párate a pensar en todas las conductas de evitación a la exposición corporal que haces día a día. Algunas serán más sencillas, otras más grandes, pero anótalas todas. Después ordénalas en función de lo grandes o limitantes que son.
  2. Empieza exponiéndote a las más sencillas. Por ejemplo, por las mañanas cuando te duches y te seques el cuerpo, hazlo mirando tu cuerpo.
  3. Refuérzate por tus avances. Aunque te cueste mucho, estás aprendiendo a tolerar tu cuerpo para que, poco a poco, llegues a disfrutar de él. No es posible pasar del odio al amor en un segundo, necesitamos una fase de tolerancia previa.
  4. Respeta tus retrocesos. Habrá momentos en los que te sientas horrible porque la autoestima no es lineal. A veces te verás como un dios o como una diosa, y algunos días no querrás ponerte el bikini. No te fustigues por ello, permítete descansar y sigue avanzando al día siguiente.
  5. Este proceso es duro y a veces es necesario ayuda profesional. Si lo necesitas, ponte en contacto con un psicólogo o psicóloga.