¿Nos afecta emocionalmente el cambio de hora?

Si cada vez que se produce un cambio de hora, tú notas un cambio emocional, mantén la calma porque no son imaginaciones tuyas: se trata de un fenómeno psicológico muy complejo y común.

No es casualidad que durante las dos estaciones en las que se produce un cambio de hora (primavera y otoño), experimentemos lo que se conoce como astenia, un estado de cansancio físico y emocional que para algunas personas es realmente incapacitante. En otras palabras, es como si llevases semanas durmiendo poco y haciendo muchos esfuerzos físicos, y tu cuerpo te pidiese a gritos descansar. Sin embargo, esa necesidad de descanso no tiene una justificación porque estás durmiendo lo normal y tampoco estás haciendo más ejercicio físico que de costumbre. Entonces, ¿por qué sentimos astenia? Y más importante aún, ¿cómo podemos tratar el impacto emocional del cambio de hora?

La astenia otoñal por el cambio de hora: síntomas y causas

Durante octubre o noviembre, es normal sentir un deterioro emocional y físico que puede ser muy intenso. Se trata de la astenia otoñal, que se caracteriza por:

  • Tristeza.
  • Dificultad para concentrarte.
  • Nerviosismo.
  • Irritabilidad.
  • Apatía, te cuesta hacer planes, como si todo te diese pereza.
  • Falta de motivación o ilusión ante la vida, también llamada abulia.
  • Falta de fuerza física o debilidad muscular.
  • Tensión muscular y dolor, sobre todo en la espalda y cabeza.
  • Cansancio y somnolencia.

La astenia está causada por todos los cambios que tienen lugar al comienzo del otoño: volvemos a la rutina (una rutina que en muchos casos no nos estimula ni entusiasma), las temperaturas bajan (y pasamos más tiempo en casa), aumenta la presión atmosférica (provocando cansancio, sensación de embotamiento mental y dolores) y al cambiar la hora, gozamos de menos horas de luz (así que nuestro cuerpo produce más melatonina, sustancia que induce el sueño, y menos serotonina, sustancia responsable de un estado de ánimo estable).

Cómo cuidar tu estado de ánimo tras el cambio de hora

  1. Reajusta tu rutina de sueño. Si durante el verano te has ido a la cama muy tarde, intenta progresivamente readaptar tus horarios de sueño acostándote un poco más temprano. Evita dormir poco, pero también quedarte en la cama demasiadas horas. Esto te ayudará a evitar el cansancio y la somnolencia, aunque al principio te cueste.
  2. La importancia de la alimentación. Intenta sustituir la comida que te sienta mal por otra que te aporta energía para evitar deficiencias nutricionales y anemia. Además, cada vez surgen más estudios sobre el poder antiinflamatorio de algunos alimentos: la leche, por ejemplo, es inofensiva para personas con tolerancia, pero es altamente inflamatoria para aquellos con sensibilidad a los lácteos (y no solo para los intolerantes). Añadir alimentos más diversos sin restringir tu dieta ni convertirla en una tortura te ayudará a aliviar la fatiga, los problemas de concentración y la desmotivación.
  3. Practica la relajación muscular. Intenta dedicar entre quince y treinta minutos a relajar tus músculos y reducir la tensión acumulada durante todo el día. Puedes buscar vídeos de relajación muscular progresiva guiada en internet, hacer este ejercicio de forma intuitiva o apuntarte a alguna clase de yoga o pilates. No solo aliviará los dolores de espalda y de cabeza, sino que también reducirá tus niveles de ansiedad.
  4. Realiza actividades reforzantes. Aunque la vuelta a la rutina te quite bastante tiempo libre, intenta reservar un par de días a la semana para hacer esas cosas que te gustan y motivan, aunque al principio te de un poco de pereza. Las actividades sociales son quizá las más poderosas para potenciar el estado de ánimo (por ejemplo, ir al cine con tus amigos, quedar para jugar a un juego de mesa, ir a cenar a algún sitio que os guste), así que no las descuides.
  5. Saca tiempo de autocuidado. Si necesitas descansar, descansa. No pasa nada por dejar para mañana un par de tareas que no son prioritarias en el trabajo. No es el fin del mundo por decirle a tus padres que este domingo no vas a ir a comer con ellos y dedicarte el día a ti. Tampoco es necesario dedicar una hora a ver TikToks, puedes parar un poquito antes y aprovechar ese rato para dar un paseo, desayunar fuera de casa o hacer los ejercicios de relajación muscular.

La astenia otoñal no dura eternamente: ¿Cuándo debo preocuparme?

Afortunadamente, la astenia otoñal es pasajera. Dura aproximadamente dos semanas, en algunos casos puede alargarse a un mes, pero lo habitual es que nuestro cuerpo se acostumbre a la rutina de otoño y que vuelva a su funcionamiento normal.

La astenia otoñal puede ser más intensa si coincide con el síndrome premenstrual o si tomas pastillas anticonceptivas, ya que los cambios que tienen lugar al comienzo del otoño y que previamente hemos visto, se solapan con los altibajos hormonales fruto de la menstruación o los fármacos.

Además, los síntomas emocionales y físicos pueden agravarse si dejas de lado tu autocuidado, tu ocio y tu vida social. Es normal descansar porque te notas fatigado, pero cuando dejamos de lado cualquier actividad reforzante, corremos el riesgo de que la astenia otoñal derive en problemas más duraderos y complejos, como la depresión o la ansiedad generalizada. Por eso es importante comenzar la terapia psicológica si estás pasando un mal momento y no sabes cómo salir del bucle de la inactividad.

Finalmente, pueden influir enfermedades como el coronavirus u otras infecciones, la anemia o el hipotiroidismo. Si tienes alguna diagnosticada, cuida especialmente tu salud física y mental. Si sospechas que puedes padecerla, pide ayuda a un profesional de la salud.