Consultorio de psicología: “Tengo muy pocos amigos y eso me acompleja”

Carmen tiene 28 años y una inseguridad que le acompaña desde hace tiempo: la falta de amigos. “Casi no tengo amigos. Me acompleja porque me comparo con otra gente y veo que a mi alrededor hay círculos muy grandes con muchas personas en los que hacen planes diferentes. Yo tengo dos amigas íntimas y un amigo que vive en otra ciudad, y los quiero mucho, pero hay veces que me siento sola. Siempre quedamos para lo mismo y me frustra estar perdiendo años de diversión. No sé si es normal sentirse así y debería aceptar que mi vida social es pequeñita, o si debería intentar conocer a más gente”.

Aunque el apoyo social es un factor protector de nuestra salud mental, como psicóloga quiero dejar claro que los amigos no son como los Pokémon: ¡No tienes que hacerte con todos! Y es que a menudo esa presión nos hace frustrarnos porque, tal y como le sucede a Carmen, nuestro grupo social es pequeño.

El problema no es que tengas un amigo, diez o cincuenta, sino que tu necesidad de afiliación no se satisfaga.

Cuando tu vida social no satisface tu necesidad de afiliación

La mayoría de personas necesitamos relacionarnos, eso es lo que se conoce como necesidad de afiliación. A veces priorizamos el vínculo con la familia o con la pareja, pero sin duda los amigos son un pilar fundamental de ese apoyo social. ¿Por qué? Porque son, por norma general, las personas a las que escogemos para formar parte de nuestra vida.

Si la relación con tus amigos es sana, te sentirás valorado, respetado y cuidado. Entonces, ¿cuándo hay un problema?

  • Cuando las amistades son tóxicas. Por ejemplo, hay dinámicas de manipulación, críticas constantes o todo se convierte en una competición.
  • Cuando las amistades no nos pueden dedicar el tiempo de calidad y el cuidado que necesitamos. Esto es normal en momentos puntuales, por ejemplo, porque tu amigo está hasta arriba de trabajo, está atravesando una depresión y se le ve más distante, o acaba de tener un hijo. El problema surge cuando nunca tiene tiempo para hablar contigo.
  • Cuando el tiempo de calidad y cuidado que necesitamos es excesivo. También puede suceder que tus expectativas de la amistad sean un pelín altas. Una cosa es querer ver a tu amigo y otra enfadarte porque no queda todos los días o porque tarda dos minutos en contestar a WhatsApp.
  • Cuando tu estilo de vida no es compatible con el de tus amistades. Por ejemplo, te apetece hacer planes más caseros y tranquilos, pero tus amigos solo quieren salir de fiesta. O, al contrario, te apetece mucho salir de fiesta, pero tus amigos solo quieren quedar para tomar un café en casa.
  • Cuando hay asimetría en la relación. En otras palabras, tú eres el que siempre se preocupa, siempre escribe para quedar, siempre manda mensajes de apoyo y siempre está disponible, pero nadie actúa con empatía hacia ti.

Estas cinco situaciones pueden darse en grupos muy grandes, así que el problema no es tener muchos o pocos amigos, sino sentirte a gusto con ellos.

¿Debería hacer más amigos?

Si no te sientes acompañado, valorado o cuidado por tus amigos, quizá es buena idea conocer a gente más afín a ti. ¡Ojo! Eso no significa sacar de tu vida a las personas que ahora forman parte de ella, sino ampliar tu círculo social y diversificar tus amistades.

Lo importante es que busques a personas con la que te sientes tú mismo y con las que compartas gustos. Pero, ¿dónde encontrarlas? Pues precisamente en esos planes que te gustaría empezar a hacer. Si te gustaría ir a clases de cerámica con tus amigos, apúntate a clases de cerámica tu solo e intenta hacer amigos. O en el gimnasio, en rutas de senderismo organizadas por alguna asociación, en grupos de debate, en charlas de intercambio de idiomas…

Hay muchas opciones de las que solo te separa la vergüenza, así que piérdela y empieza a construir un círculo social saludable (sea éste grande o pequeño).