Ola de calor

El divulgador sanitario, Álvaro Fernández explica por qué ducharte con agua fría en plena ola de calor no es buena idea

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El farmacéutico y divulgador sanitario explica con base científica de las consecuencias de ducharse con agua helada.. EP archivo
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En momentos en que los termómetros suben en plena ola de calor, muchas personas piensan que una ducha de agua helada es la solución rápida para refrescarse. El farmacéutico y divulgador sanitario, Álvaro Fernández desmiente esa creencia y advierte con argumentos científicos de que puedes sufrir el efecto contrario al que se busca.

"Al principio sí, enfrías tu cuerpo con el agua y tienes 10 minutos de gustito, pero después, sofocón. Estarás todavía peor", explica en un vídeo colgado en su cuenta de Instagram. Según cuenta, al exponer el cuerpo a una temperatura tan baja, este reacciona activando sus mecanismos de defensa, entre ellos, la producción de calor para compensar el enfriamiento.

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El cuerpo reacciona generando más calor

Aunque no lo percibamos a simple vista, cuando nos duchamos con agua muy fría los vasos sanguíneos de la piel se contraen. Este fenómeno, conocido como vasoconstricción, reduce la pérdida de calor a través de la superficie del cuerpo. Como resultado, el organismo retiene el calor en lugar de liberarlo.

Además, al engañar al cuerpo haciéndole creer que la temperatura exterior es muy baja, se bloquean dos mecanismos naturales de refrigeración: la sudoración y el flujo sanguíneo hacia la piel. Es decir, aunque al salir de la ducha sintamos un alivio inmediato, al poco tiempo el cuerpo se recalienta más fácilmente y la sensación de bochorno puede ser incluso mayor.

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¿Cuál es la mejor forma de ducharse con calor extremo?

La solución más eficaz, según los expertos consultados por la revista Saber Vivir, es optar por una ducha templada o tibia. Esta temperatura ayuda a regular mejor el calor corporal sin provocar un choque térmico que desactive los mecanismos naturales de refrigeración.

Otra recomendación práctica es reducir progresivamente la temperatura del agua hacia el final de la ducha, dejando unos segundos de transición entre cada cambio, para que el cuerpo se aclimate sin estrés. Y al terminar, evitar frotarse enérgicamente con la toalla, ya que la fricción también puede aumentar la temperatura corporal.

Es verdad que ducharse con agua muy fría puede ser tentador cuando hace calor, pero no es la mejor opción, y aunque el frescor inicial resulta agradable, el efecto rebote puede jugar en contra. Una ducha templada, en cambio, ayuda al cuerpo a refrescarse de forma más sostenida y eficaz.