Cómo reconectar con uno mismo (de verdad) en verano
Reconectar con uno mismo es una necesidad urgente en un mundo de estímulos constantes
Cómo evitar estar ansioso los primeros días de vacaciones: “Descansar no puede ser solo un parche”
Cuando el calendario marca agosto, muchos anhelan disfrutar de un paréntesis reparador al ritmo frenético del año. Vacaciones, desconexión, paz. Pero ¿qué ocurre cuando ese descanso tan esperado no trae la calma prometida? ¿Y si el silencio incómodo y la falta de dirección nos atrapan en lugar de liberarnos? Reconectar con uno mismo en verano no es una frase de autoayuda más: es una necesidad urgente en un mundo de estímulos constantes.
Miguel Navarro, fundador de Productividad Feroz y autor del libro ‘Manifiesto para la calma’, lo tiene claro: “Reconectar contigo mismo no es una iluminación repentina. Es volver a escucharte con honestidad. Volver a preguntarte: ‘¿Esto que estoy haciendo aún tiene sentido para mí?’”.
Parar no es suficiente: el descanso sin intención no transforma
Muchos consideran las vacaciones como una tabla de salvación automática. Sin embargo, como advierte Navarro, “parar no es lo mismo que sanar. El cuerpo se detiene, pero la mente sigue operando con el mismo software”. Lo que necesitamos, dice, es un parón con propósito. Y ese propósito pasa por tres elementos clave: espacio real (también mental), introspección y, sobre todo, elección.
En línea con esta visión, numerosos estudios de psicología coinciden en que la desconexión superficial, es decir la consistente tan solo en cambiar de lugar, pero no de hábitos, genera una falsa sensación de bienestar. Estar físicamente en vacaciones no garantiza un descanso mental, sobre todo si se mantienen patrones como la sobreconexión digital, la hiperproductividad o la falta de reflexión personal.
Por esto motivo, Navarro propone un ejercicio poderoso para iniciar las vacaciones con consciencia: dedicar 20 minutos a escribir todo lo que uno viene cargando y cómo quiere sentirse al terminar el periodo vacacional. “Al plasmarlo por escrito, tu cerebro entiende que cambia el escenario. Que ya no estás en modo ‘hacer’, sino en modo ‘habitar’”, explica.
El contacto con la naturaleza, la ausencia de pantallas y los rituales sencillos también juegan un papel determinante. Caminar solo, mirar el mar sin hacer nada, respirar conscientemente… No se trata de fórmulas mágicas, sino de volver al ritmo biológico, como apunta Navarro: “La naturaleza te devuelve al equilibrio. El silencio organiza lo que sientes”.
La neuropsicóloga Nazareth Castellanos, en línea con esta idea, señala que la introspección activa áreas cerebrales relacionadas con la conciencia del yo, la empatía y la toma de decisiones. Es decir, “el silencio no solo calma, también ordena”.
Reconectar y soltar la culpa del “no hacer”
Una de las reflexiones más incómodas del descanso es la que nos enfrenta a la productividad. ¿Cómo descansar si nos sentimos culpables por no “aprovechar” el tiempo? Navarro desmonta esta trampa mental con contundencia: “Descansar sin objetivo es precisamente lo que tu sistema necesita para repararse. Igual que el cuerpo se regenera mientras duermes, la mente se ordena cuando no está ocupada todo el tiempo”.
El verano, bien planteado, puede ser un espejo honesto. Nos devuelve preguntas incómodas: ¿Qué mantengo por inercia? ¿Qué ya no deseo, pero sigo haciendo? ¿Qué parte de mi vida necesita una actualización?
Es en este punto cuando el concepto que tenemos de “éxito” puede llegar a ser revisado. “Si no paras de perseguirlo, un día lo consigues… pero no lo disfrutas. Estás ya en la siguiente meta”, advierte Navarro. Una opinión compartida por otros expertos en psicología del bienestar, que alertan sobre el “síndrome de la meta infinita”, muy relacionado con la ansiedad contemporánea.
Por todo esto, y para que las vacaciones y nuestro verano no sean solo una buena postal que compartir en redes sociales, Miguel Navarro propone convertirlo en una transición con dirección. Es decir, usar el descanso como una oportunidad para poner en orden nuestra mente, no para huir de nuestro día a día.
“No hace falta rediseñar toda tu vida en una semana, pero sí puedes recuperar el timón”, sostiene. A través de ejercicios tan sencillos como escribir una carta a nuestro yo del futuro, hacer una auditoría de energía o redefinir tres prioridades reales que perseguir para los próximos meses pueden marcar una auténtica diferencia.
Al fin y al cabo, lo que distingue una pausa estética de una pausa real es el efecto que tiene cuando vuelves. “Si has descansado de verdad, vuelves distinto”, resume Navarro. Y añade una de las ideas centrales de su libro: “Conectar con la calma no es debilidad. Es potencia ordenada. Es darte permiso para vivir desde quién eres… no desde quién estás intentando demostrar ser”.
