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Marimer Pérez, experta en menopausia, sobre por qué ir al ginecólogo a partir de los 50: “Solo por eso vale la pena”

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La doctora Marimer Pérez explica en el vídeo por qué hay que mantener al día las revisiones ginecológicas. Dale al Play
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De la misma forma que que las mujeres siguen cuidando la piel, la alimentación o la actividad física cuando cumplen los 50 años, continúa siendo vital mantener al día las revisiones ginecológicas. No tener la menstruación no significa que ya no 'haga falta' ir al ginecólogo. Muy al contrario. La doctora Marimer Pérez, ginecóloga y obstetra, explica por qué esta visita es clave para tu bienestar en 'Cómo ser más feliz en la menopausia'.

En primer lugar, en esta fase vital aumenta el riesgo de ciertas enfermedades ginecológicas. "El cáncer de mama y el de matriz tienen su pico de incidencia en esta edad", apunta la especialista. Una sencilla revisión permite detectarlas a tiempo, cuando las probabilidades de éxito son mucho mayores. Basta con "una exploración mamaria/mamografía y una ecografía/citología para detectar cualquier anomalía precozmente". "Cuando puedes hacer tanta medicina preventiva, ¿de verdad no vas a ir al ginecólogo? Es una prueba muy sencilla y solo por eso vale la pena", razona la autora de 'No me sueltes' (Lunwerg Editores).

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Además, el ginecólogo puede vigilar otras condiciones frecuentes, como los miomas, los pólipos o las infecciones urinarias recurrentes que, aunque no siempre sean graves, sí pueden afectar a tu día a día si no se tratan. A los 50 los cambios hormonales pueden provocar que se tengan molestias durante las relaciones, disminución de la lubricación o incluso dolor. Hablar de esto con el ginecólogo puede aportar soluciones. Eso por no hablar de que también puede orientarte sobre nutrición, ejercicio o cuidados óseos.

Un chequeo ginecológico regular después de los 50 no es ningún lujo ni ninguna exageración, es un acto de autocuidado. Ofrece tranquilidad, detecta problemas antes de que se conviertan en grandes obstáculos y ayuda a disfrutar con plenitud de esta etapa.

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Otra de las grandes preocupaciones en la menopausia llega a la hora de irse a la cama. A esta edad son frecuentes los sofocos, los despertares repentinos y el insomnio, pero existen formas de conseguir un descanso más reparador. Por ejemplo, evitar las comidas pesadas y estimulantes como la cafeína y el alcohol por la noche reduce la probabilidad de pasarlo mal por las noches. Desconectar pronto del móvil, leer con una luz suave y tenue y acostarse siempre a la misma hora también ayuda a conciliar el sueño. Y a veces también procura alivio recurrir a suplementos naturales que favorecen la relajación como el magnesio, el lúpulo, la pasiflora o la melatonina.

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