Cardiología intervencionista

Así es la 'Sala Zero', la primera del mundo en la que se realizan operaciones cardíacas sin radiación: "Es un hito"

Nicasio Pérez Castellano, jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital Clínico San Carlos
Nicasio Pérez Castellano, jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital Clínico San Carlos.. Cedida
Compartir

Son las 11:33 de la mañana y en la Sala Zero del Hospital Clínico San Carlos de Madrid ya se han realizado tres recambios de marcapasos porque la vida útil de sus baterías había llegado a su fin. Ningún paciente ha sido sometido a radiación, ni ningún miembro del equipo ha tenido que cargar con la pesada vestimenta de plomo que, hasta hace poco, era inseparable de la cardiología intervencionista.

La Sala Zero ha sido la primera en el mundo en la que se pueden realizar intervenciones cardiológicas sin rayos X. Desde marzo, acoge a pacientes con trastornos del ritmo cardíaco (arritmias), que aparecen cuando los impulsos eléctricos del corazón no funcionan como deberían.

PUEDE INTERESARTE

Un GPS dentro del corazón

En lugar de "fotografiar" con rayos X el interior del tórax de forma constante durante horas para saber dónde se debe romper el circuito anómalo que está ocasionando la arritmia, en esta sala los cardiólogos trabajan guiados por un navegador que funciona como un GPS.

Unos parches colocados en el cuerpo del paciente generan un campo magnético que, gracias a tecnologías innovadoras, permite visualizar en una pantalla en directo una reconstrucción en 3D del corazón en movimiento.

PUEDE INTERESARTE

Una parte del equipo controla en varias pantallas los movimientos del catéter y, a través de unos cascos, va dando indicaciones a los cardiólogos que están con el paciente en la camilla —separados por un gran cristal— sobre dónde aplicar la radiofrecuencia o en qué dirección avanzar.

Así se tratan las arritmias

Cuando un paciente llega a la Sala Zero, el procedimiento comienza con un estudio electrofisiológico, que se centra en el diagnóstico y utilización de técnicas como la ablación por radiofrecuencia para tratar el problema.

"Primero se introduce un cable muy fino (catéter) a través de la vena femoral hasta el corazón. En la punta lleva pequeños polos eléctricos que registran la actividad eléctrica del lugar exacto en el que lo pongamos. Colocando varios catéteres en distintas zonas podemos identificar qué tipo de taquicardia tiene el paciente y dónde se origina", explica Nicasio Pérez Castellano, jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital Clínico San Carlos y profesor del departamento de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.

Una vez hecho el estudio electrofisiológico, la segunda fase es la ablación —procedimiento médico que corrige problemas del ritmo cardíaco—. "Una vez localizado el punto crítico, aplicamos calor —radiofrecuencia— o frío —crioablación— para destruir las células que provocan el ritmo defectuoso", explica Pérez Castellano, también investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV). "A veces no es un punto aislado, sino un circuito completo que hay que romper", añade.

Una sala exenta de radiación

Hasta ahora, la fluoroscopia (técnica con rayos X) en tiempo real era la guía clásica para saber por donde mover los catéteres. Pero su inconveniente es claro: implica una irradiación constante. El paciente recibe una gran dosis y el personal sanitario debe trabajar con una protección muy pesada.

Un trabajador con protección para las radiaciones en una de las salas contiguas a la Sala Zero

Para evitar la radiación el personal está obligado a usar chalecos, faldas, protectores tiroideos, gafas e incluso gorros protegidos con plomo. "Son trajes pesados, de unos 3-4kg, y nuestros procedimientos a veces duran horas. Esto provoca cansancio, menor resistencia y lesiones musculoesqueléticas que acaban en bajas laborales", señala el especialista. "La Sala Zero proporciona una mejor forma de trabajar".

De ayuda complementaria a guía principal

Los navegadores empezaron a usarse en los años 90 como apoyo a la fluoroscopia. Hoy han evolucionado hasta ser capaces de reconstruir la anatomía en 3D a medida que el catéter avanza, con precisión milimétrica.

"Esto lo intentan hacer la mayor parte de los centros para reducir los rayos X, pero hasta ahora no existía ninguna sala en la que la intervención esté guiada únicamente con navegadores, sin rayos X", destaca Pérez Castellano. "Trabajar con radiación es como el trapecista que salta con red: siempre tienes esa seguridad. Hacerlo sin radiación es como saltar sin red: solo pueden hacerlo profesionales con mucha experiencia".

Más espacio, menos costes

Eliminar el equipo de rayos X no solo protege a pacientes y profesionales: también abarata costes y libera espacio. "El aparato de rayos X es lo más caro de una sala de electrofisiología. Además, obliga a que la sala sea más grande porque es muy voluminoso. Sin embargo, la Sala Zero ocupa la mitad que una sala convencional y hacemos los mismos procedimientos", subraya. "Poder trabajar de forma regular en estos procedimientos de electrofisiología sin radiación es un hito".

Gracias a esta innovación, el Clínico pasó de dos a tres salas de arritmias durante la reciente renovación, y en total ya son seis las que conforman la nueva área de cardiología intervencionista: tres para arritmias (incluida la Zero) y tres para hemodinámica.

Sala Zero del Hospital Clínico San Carlos

Otra ventaja clave que apunta el especialista es que permite la continuidad laboral de profesionales embarazadas o en proceso de gestación, para quienes la radiación supone una limitación, incluso con protección.

Retos de futuro

Aunque el modelo de la Sala Zero no es aplicable todavía a todos los procedimientos, el horizonte es prometedor. "Poco a poco habrá cada vez más intervenciones que puedan prescindir de la fluoroscopia", asegura Pérez Castellano. "Las grandes empresas que tradicionalmente han comercializado equipos de radiología están invirtiendo en desarrollar mecanismos que reduzcan la radiación, porque todos sabemos que no es buena".

Actualmente, el gran desafío en la electrofisiología está en ampliar el acceso. "La fibrilación auricular, por ejemplo, afecta al 5% de la población a partir de los 50 años y hasta al 15% por encima de los 65". Sin embargo, solo una minoría recibe tratamientos de ablación. "El reto es crecer en eficiencia y capacidad para tratar a todos los pacientes que podrían beneficiarse de estas técnicas", concluye.