Cáncer

Un ensayo clínico, la esperanza para la metástasis de Tania: "He ganado tiempo de vida"

Tania Alonso, paciente de cáncer de origen desconocido que ha participado en un ensayo clínico. Cedida
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Un bulto en la garganta, un origen incierto y una palabra desconocida: ensayo clínico. Así comenzó la historia de Tania Alonso. Una gaditana de 51 años que padece un cáncer de origen desconocido y que encontró en la investigación una esperanza con la que ganar tiempo para seguir viviendo.

Eran finales de 2023 y mientras celebraba junto a sus amigos y familia su 50 cumpleaños, la vida le marcó un antes y un después. "No se me olvidará nunca aquel 23 de diciembre", dice. Ese día se notó un bulto en la garganta "que era grande y se movía".

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Aquello fue el detonante de todo lo que vino después. Hasta ese momento, nadie había sospechado nada. "Estaba muy cansada y tuve dos desvanecimientos, pero pensé que sería la menopausia o el calor. Se lo comenté al médico, que me pidió una analítica, y todo había salido bien", recuerda Tania durante una entrevista con la web de Informativos Telecinco.

El bulto era un ganglio linfático inflamado que posteriormente extirparon para hacerle una biopsia y a raíz de ahí, "empezó una yincana de pruebas". A día de hoy siguen sin saber dónde está el tumor primario, pero lo que sí detectaron fue metástasis en el hígado. "Los oncólogos creen que es un cáncer pancreático o biliar", señala.

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El cáncer de origen primario desconocido (o CPD) es un diagnóstico en el que se detectan células cancerosas en el cuerpo (metástasis) pero no se puede encontrar el lugar exacto donde comenzó el tumor original. Es un grupo heterogéneo de tumores que representa solo una pequeña proporción de los cánceres y supone un reto tanto para el diagnóstico como para el tratamiento.

"Una ventana abierta"

La primera quimioterapia no funcionó y todo parecía cerrarse, hasta que se abrió una puerta inesperada: un ensayo clínico en fase I en Madrid. Gracias a que le habían realizado una secuenciación genómica sabían cuáles eran sus células que alteradas y pudo participar en un ensayo que actúa directamente sobre ellas.

"Se ha reducido la metástasis y he ganado tiempo", expresa. Hasta entonces, Tania ni siquiera sabía lo que era un ensayo clínico. Hoy lo define como "una oportunidad inmensa para conseguir vivir más tiempo y una forma de contribuir a la investigación".

Durante casi un año viajó cada dos semanas desde El Puerto de Santa María (Cádiz) a Madrid para recibir el tratamiento y realizarse numerosas pruebas durante el seguimiento. "Ha sido muy duro, física y emocionalmente. He tenido muchos efectos secundarios, sobre todo anemia, que me dejó sin fuerzas y me obligó a varias transfusiones".

Además, la incertidumbre ha sido uno de los mayores retos. "No saber si el fármaco estaba funcionando es muy difícil de llevar", confiesa. En ese camino, el apoyo familiar fue clave: "Mi marido y mi hermano nunca me dejaron sola en los viajes. Y la atención psicológica de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) me ayudó muchísimo".

El esfuerzo también ha tenido un coste económico. Aunque en su caso el ensayo cubre transporte, alojamiento y dietas, los pacientes deben pagarlo primero y esperar después el reembolso. "Eso puede limitar que algunas personas entren en un ensayo", advierte.

En junio los médicos suspendieron la medicación tras detectar una pérdida de visión que aún se estudia si está relacionada con el tratamiento. "El fármaco había hecho efecto, pero ya estaba provocando más daño que beneficio. Ahora sigo en seguimiento y en una segunda línea de quimioterapia".

La reducción de la metástasis le ha permitido llegar a este punto en mejores condiciones: "Mis expectativas se han cumplido parcialmente, porque me ha dado la oportunidad de seguir aquí y de optar a otros tratamientos".

"Me gustaría que la gente sepa que los ensayos clínicos existen. Muchos, como yo, nunca habían escuchado esa palabra. Es importante informarse con el oncólogo o con asociaciones como la AECC: hay más opciones que los tratamientos tradicionales. Es una ventana abierta", concluye.

Apostar por la investigación académica

En un día como hoy, que se celebra el Día Internacional de la Investigación contra el Cáncer, el caso de Tania refleja el valor de los ensayos clínicos. "Cubren una gran necesidad. Atraen la innovación y dan acceso a tratamientos más eficaces y, a menudo, con menos efectos secundarios", explica Marta Puyol, directora científica de la Fundación Científica de la AECC.

La AECC financia ensayos de origen académico —no comerciales—, diseñados para dar respuesta a necesidades clínicas y de pacientes que se han quedado sin alternativas terapéuticas. En 2024 se autorizaron en España 230 ensayos médicos, de ellos casi un 40% en oncología, "pero la mayoría son comerciales". "Queremos impulsar proyectos que de otra manera no se harían", subraya Puyol.

Uno de esos proyectos es el ARI-000, un CAR-T académico desarrollado en el Hospital Clínic de Barcelona para leucemia linfoblástica aguda. La Agencia Europea del Medicamento pidió un estudio internacional para su aprobación, y la AECC se unió a otras entidades europeas para financiarlo. "Es revolucionario y es mucho más económico que los CAR-T comerciales", señala Puyol. La AECC también impulsa ensayos en mieloma múltiple, sarcomas, cáncer de mama triple negativo y leucemias infantiles, entre otros.

Pero los ensayos académicos no están exentos de obstáculos: costes que pueden alcanzar los 10 millones de euros, falta de formación regulatoria por parte de los investigadores, trámites complejos para conseguir aprobaciones internacionales y criterios de inclusión tan estrictos que dificultan el reclutamiento. A ello se suma la falta de tiempo para que los médicos puedan investigar. "Si queremos que España siga siendo sea un referente mundial en ensayos clínicos, se les debe otorgar un tiempo restringido para investigar".

"El futuro apunta a ensayos más cortos y específicos, basados en alteraciones moleculares que permitan personalizar tratamientos. También a estudios que reflejen la realidad de los pacientes y no solo las condiciones ideales de un laboratorio. El reto es que los beneficios no se limiten a unos pocos centros, sino que lleguen a todos los pacientes que los necesiten", concluye Puyol.