'Navegando las adversidades': las diez claves para promover el bienestar emocional de niños y adolescentes
El Hospital Sant Joan de Déu destaca el estilo de crianza y el modelo de disciplina positiva en la escuela y familia para el bienestar emocional
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BarcelonaEl estilo de crianza y un modelo educativo de disciplina positiva juegan un papel clave en el bienestar emocional de los niños, incidiendo en la construcción de sus redes neuronales. Así lo determina un informe de la Escuela de Salud del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona (HSJD), que ha dado conocer estrategias en el entorno familiar y docente para promover el bienestar emocional de los menores.
El informe, que lleva por título "Navegando las adversidades: claves para una infancia y adolescencia resiliente", revela que las conexiones neuronales generadas en la infancia condicionan la personalidad, los comportamientos y los pensamientos futuros de los adolescentes.
A partir del análisis de 93.000 casos, los autores del estudio han constatado que el hecho de haber sufrido traumas psicológicos durante la infancia triplica el riesgo de tener un trastorno mental grave en la edad adulta. Para evitarlo, más allá de poner el énfasis en resultados académicos o en modelos de felicidad basados en el consumo, proponen fomentar vínculos sólidos y espacios de apoyo real tanto a la familia como a la escuela y la comunidad.
"De este modo, los menores pueden crecer con más herramientas para afrontar las dificultades cotidianas los estamos equipando para prosperar, aprender de la adversidad y alcanzar plenamente su potencial y objetivos, construyendo así una sociedad más resiliente, cohesionada y compasiva", explican desde el Hospital Sant Joan de Déu.
Modelos no recomendables
El informe pone el foco en el modelo de parentalidad autoritario, en el que se ejerce un control excesivo y se imponen límites sin la participación del menor en las normas de convivencia: "El exceso de presión, además, puede provocar en el niño un estrés crónico que afecta a su desarrollo cerebral y causa problemas de memoria, dificultades de aprendizaje, y respuesta exagerada y excesivamente impulsiva al estrés".
Por contra, un modelo de parentalidad permisivo, "excesivamente cálido donde el niño es el centro y se le tiene muy en cuenta", tampoco es recomendable: "En este modelo de crianza, no se ponen límites al menor ni se le supervisa y esto genera en él inseguridad, poca contención y poca tolerancia a la frustración".
Tampoco lo es una parentalidad negligente, que no ejerce ningún tipo de control ni seguimiento y genera rechazo y desprotección, o la sobreprotección de los niños por parte de algunas familias tampoco es conveniente: "La falta de oportunidades para afrontar retos y resolver problemas por sí mismos limita la capacidad de los niños para tomar decisiones independientes y apoderadas, y gestionar situaciones difíciles; les cuesta más asumir los errores y reconducirlos, y los hace menos autónomos".
Por todo ello, los autores del informe recomiendan practicar una parentalidad democrática, que pone límites y supervisa a los menores desde la afectividad, fomentando la comunicación y estableciendo vínculos cálidos con los niños: "Este estilo parental fomenta el sentimiento de pertenencia, hace partícipe al menor de las decisiones y le capacita para la vida".
Las diez claves
El informe ofrece recomendaciones para ejercer este tipo de parentalidad o modelo de crianza, incidiendo en la importancia de que los adultos también cuiden y trabajen por su propio bienestar emocional para propiciar más fácilmente el de sus hijos. Estas son las diez acciones que ofrecen desde la Escuela de Salud del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona (HSJD).
- Escuchar y validar las emociones: "Dar espacio a todas las emociones, sin juzgarlas ni querer eliminarlas, es la base para construir una buena regulación emocional".
- Generar vínculos seguros y estables: "Los niños y adolescentes necesitan sentirse queridos, acompañados e importantes para sus figuras de referencia".
- Fomentar la autonomía y la participación: "Ofrecer oportunidades para decidir, cometer errores y repararlos ayuda a construir la autoestima y la confianza".
- Evitar la sobreprotección y el exceso de presión: "Es necesario encontrar un equilibrio entre el acompañamiento afectivo y la exigencia realista, adaptado a cada etapa".
- Modelar con el ejemplo: "Lo que hacemos y cómo gestionamos las dificultades tiene un impacto mucho mayor que lo que decimos".
- Incluir la educación emocional en todos los entornos: "En casa, en la escuela y en el tiempo libre, se deben promover la consciencia emocional, la empatía y la resiliencia".
- Construir comunidades educadoras: "El bienestar emocional también se construye colectivamente, con redes de apoyo y adultos de referencia, presentes y de confianza".
- Tener en cuenta la diversidad y la vulnerabilidad: "Se deben garantizar entornos inclusivos, seguros y sensibles a las necesidades de la infancia y la adolescencia".
- Diseñar entornos saludables: "El espacio físico, el acceso a la naturaleza, la cultura y el ocio desempeñan un papel importante en el bienestar emocional".
- Promover políticas públicas comprometidas con la salud mental: "Se necesitan marcos normativos que garanticen el bienestar emocional de la infancia y la adolescencia".
Según el informe del centro hospitalario catalán, lograr este bienestar emocional ayuda a que estos niños crezcan con autoestima y autoconfianza, sean capaces de establecer relaciones sanas con el entorno, y de afrontar y superar las dificultades y adversidades de forma saludable.
"Los niños más resilientes presentan menos síntomas de ansiedad, depresión, problemas de comportamiento y mejor rendimiento académico a largo plazo. Pueden regular mejor las emociones, utilizar estrategias de afrontamiento adaptativas, resolver problemas y búsqueda de soporte social en momentos de dificultades", sentencian.