Dietas

Así explica la ciencia el efecto rebote tras adelgazar: “El cuerpo interpreta la pérdida de peso como una amenaza"

Montse Prados aclara que sí es posible perder peso y mantenerlo, aunque no sea sencillo
Montse Prados, especialista en Endocrinología y doctora en Medicina, aclara que sí es posible perder peso y mantenerlo, aunque no sea sencillo. Pexels
  • La pérdida de peso activa un mecanismo biológico de defensa que ralentiza el metabolismo y aumenta el apetito

  • Expertos advierten que la obesidad debe tratarse como una enfermedad crónica y no con dietas rápidas o milagrosas

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Muchas personas consiguen adelgazar, pero pocas logran mantener ese peso a largo plazo. No se trata de una cuestión de fuerza de voluntad, sino de biología: tras perder kilos, el cuerpo pone en marcha un complejo sistema de defensa que reduce el metabolismo, incrementa el apetito y empuja de nuevo hacia el peso anterior. Así explica la ciencia el conocido “efecto rebote”.

La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial que va mucho más allá del simple balance entre calorías ingeridas y gastadas. Cuando una persona pierde peso, su organismo interpreta esa pérdida como una amenaza y responde: se desajustan las hormonas que regulan el hambre y la saciedad, disminuye la leptina y aumenta la grelina, se ralentiza el metabolismo y el cerebro impulsa la recuperación del peso perdido.

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El cuerpo reacciona como si estuviera en peligro

Este mecanismo, que en épocas de escasez ayudaba a sobrevivir, hoy sabotea los intentos de mantener una figura saludable. Por eso, los especialistas insisten en que la obesidad requiere un tratamiento médico sostenido, no soluciones rápidas ni dietas milagrosas.

Así lo explica, en una entrevista con Europa Press Salud-Infosalus, Montse Prados, especialista en Endocrinología y doctora en Medicina por la UAB, que trabaja en el Hospital de Martorell (Barcelona), centrada en obesidad y salud cardiovascular. Recuerda que entre las consecuencias de esta enfermedad se encuentran la diabetes tipo 2, las patologías cardíacas, los problemas articulares y también las alteraciones mentales.

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"Además, se trata de una enfermedad recidivante y progresiva, lo que explica la dificultad para mantener la pérdida de peso a largo plazo", apunta la integrante del grupo de trabajo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

El metabolismo se frena tras adelgazar

Según Prados, muchas personas logran perder kilos, pero pocas mantienen ese cambio a lo largo del tiempo. “El cuerpo interpreta la pérdida de peso como una amenaza. Tras adelgazar, el metabolismo se vuelve más lento y el apetito aumenta, lo que facilita recuperar los kilos. Este fenómeno responde a mecanismos de defensa evolutivos diseñados para evitar la inanición”, subraya.

La endocrinóloga, autora del libro ‘La medicina que necesitas eres tú: Hábitos antiinflamatorios para una salud extraordinaria’ (Última Línea de Ensayo), insiste en que la biología pesa mucho más de lo que solemos pensar: “Las hormonas del hambre y de la saciedad se alteran tras la pérdida de peso, y el cerebro impulsa su recuperación porque lo interpreta como una amenaza para la supervivencia. Existe un desequilibrio entre la ingesta y el gasto de energía que puede deberse a cambios en señales 'neurohormonales', así como a la predisposición genética. Esto explica por qué no se trata sólo de esfuerzo personal, sino que volver a ganar los kilos perdidos tiene una base fisiológica, no moral".

Sí se puede mantener el peso

Aun así, Prados aclara que sí es posible perder peso y mantenerlo, aunque no sea sencillo. El cuerpo defiende su “punto de ajuste” biológico, activando mecanismos que reducen el gasto energético y aumentan el apetito. Por eso, recalca que “la obesidad debe abordarse como una enfermedad crónica que necesita seguimiento médico y estrategias a largo plazo; no soluciones rápidas”.

La especialista detalla que la leptina (hormona de la saciedad) disminuye y la grelina (hormona del hambre) aumenta, intensificando el apetito. “Estos cambios pueden durar al menos 12 meses tras adelgazar, incluso aunque se mantenga la dieta y el ejercicio. Además, el metabolismo también cambia para disminuir el gasto de energía, ralentizando la tasa metabólica en reposo y la de actividad. Por eso se habla de una tendencia fisiológica al rebote”, explica.

Cómo evitar el rebote

Recuperar los kilos perdidos tras adelgazar, afirma Prados, “tiene una base fisiológica y está influido también por factores genéticos, hormonales, ambientales, psicológicos y sociales”.

Entre sus recomendaciones prácticas para evitarlo, la doctora propone mantener hábitos sostenibles, seguir una alimentación basada en productos frescos y vegetales, evitar dietas muy restrictivas o ultraprocesados, realizar actividad física regular, entre 30 y 60 minutos al día, combinando ejercicios cardiovasculares y de fuerza, cuidar el descanso, gestionar el estrés y contar con apoyo psicológico y seguimiento médico.

“La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial. No se trata sólo de comer menos y moverse más: requiere un abordaje médico, psicológico y social. Mantener el peso perdido implica estrategias en el largo plazo. Cambios de hábitos sostenibles, apoyo psicológico y, en algunos casos, fármacos o cirugía bariátrica forman parte del tratamiento”, concluye la especialista en Endocrinología Montse Prados.