Albert Lleó, neurobiólogo, sobre si habrá un futuro sin demencias: "Vivimos un momento crucial"

Los avances en el diagnóstico temprano y en tratamientos eficaces auguran un cambio de paradigma
Ninguno de los dos medicamentos aprobados contra en alzhéimer está disponible en nuestro sistema sanitario
Durante décadas, el alzhéimer ha ofrecido titulares rutilantes y expectativas desmedidas que devenían después en un jarro de agua fría para los familiares y enfermos. Hoy, sin embargo, se entreabre una puerta de esperanza por la que apetece asomarse. Por primera vez existen tratamientos que ralentizan —no curan— la progresión de la enfermedad en fases iniciales, y existen análisis de sangre precisos para detectar la patología con tiempo para actuar con eficacia. Además, nuevos ensayos han dado resultados inesperados abriendo caminos antes impensables. ¿Es el principio del fin? Todavía no, pero los expertos ven hoy un punto de inflexión que definirá la lucha contra la enfermedad en los próximos años.
Medicamentos eficaces
Este año la Agencia Europea del medicamento ha aprobado dos medicamentos que han demostrado ser eficaces en fases tempranas de la enfermedad. En ensayos, Lecanemab redujo el deterioro alrededor de un 27% y Donanemab entre 30–35% respecto a placebo. Quizá parezcan avances modestos, pero “ese 30% se traduciría en que, en 18 meses, el paciente ha ganado seis meses. O, dicho de otra manera, progresas a la siguiente fase un 30% más lento. Mantienes más autonomía y más calidad de vida porque estamos ralentizando una enfermedad que genera mucha discapacidad. No estamos curando la enfermedad. Los pacientes empeoran, pero lo hacen más despacio”, explica Albert Lleó, jefe de Neurología del Sant Pau de Barcelona, quien asegura que esto es solo “el principio del camino. Vivimos una etapa crucial. Hay 138 medicamentos más investigándose. Estos son los primeros de muchos que vendrán”.
Para unos pocos
Los nuevos medicamentos son la luz al final de un túnel que, por ahora, se antoja muy largo. Tanto el Lecanemab, que se comercializará bajo el nombre de Leqembi, como el Donanemab, que se llamará Kisula, es para personas en fases muy iniciales y con condiciones genéticas concretas. Para recibir el tratamiento los enfermos deberán ser portadores de una (o ninguna) copia del gen ApoE 4, por lo que será necesario un examen genético previo. Cabe señalar que más del 95% de los mayores de 65 años que tienen dos copias del gen APOE4 desarrollan alzhéimer. Todas estas personas quedan excluidas del tratamiento.
Además, son fármacos caros. El precio de Lecanemab en otros países ronda los 26.000 dólares al año y el del Donanemab, los 30.000 euros. El ministerio de Sanidad tiene ahora que aprobar su financiación, pero no está claro que lo vaya a hacer ni cuándo. En el Reino Unido, por ejemplo, los organismos reguladores han decidido que hoy por hoy los beneficios “no justifican el coste” para su sistema nacional de salud.
Por último, para evitar efectos secundarios los pacientes tratados deberán ser monitorizados periódicamente, con escáneres cerebrales periódicos que también son pruebas costosas.
“No basta con aprobar, hay que organizar y pagar el proceso para que no se beneficien solo quienes viven cerca de grandes hospitales o pueden costearlo”, señala el investigador. “Pienso que las terapias se extenderán como una mancha de aceite, no como un tsunami. Se empezará con pocos pacientes que cumplan criterios precisos y se ampliará después. La aprobación abre una nueva era, pero tenemos que mejorar el diagnóstico precoz y facilitar el acceso”, explica Lleó.
Diagnóstico precoz
El camino presenta algunas sombras, pero también focos luminosos. El diagnóstico precoz que señala el neurólogo ya está aquí. Hasta ahora eran precisos una punción lumbar o un PET (tomografía de emisión de positrones) para diagnosticar con exactitud el alzhéimer. Ahora ya no. La revolución silenciosa viene de los biomarcadores en sangre, como phospo-tau217. Varios equipos europeos —con liderazgo español— han demostrado precisiones superiores al 90% para distinguir alzhéimer de otras causas de deterioro, abriendo la puerta a diagnóstico accesible y a seleccionar mejor a quién tratar.
“Los biomarcadores en sangre pueden detectar con precisión patología amiloide incluso en personas sin síntomas. Esto favorece el diagnóstico temprano y acelera el acceso a los tratamientos existentes y a los que vendrán”, explica Marc Suárez-Calvet, del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC).
Lo que viene
Los primeros fármacos que revierten la enfermedad en humanos y los avances para lograr un diagnóstico temprano son hitos que hacen suponer un cambio de expectativas, pero vienen acompañados de otras noticias esperanzadoras.
Un análisis reciente descubrió que las personas que tomaban semaglutida (el compuesto de Ozempic) tenían entre un 40 y un 70% menos de probabilidades de que se les diagnosticara la enfermedad de alzhéimer, en comparación con las personas que tomaban otros medicamentos para la diabetes.
Otro trabajo publicado este mes descubrió que las personas a las que se les prescribían estos fármacos tenían menos probabilidades de desarrollar demencia en comparación con quienes tomaban otros medicamentos para la diabetes.
Los resultados preliminares de un estudio en EEUU con unos 200 pacientes de la Asociación de Alzhéimer el verano pasado mostraron que los pacientes con enfermedad de alzhéimer leve que recibieron Victora, un medicamento similar más antiguo que el Ozempc, experimentaron un deterioro más lento tanto de su cognición como del volumen cerebral, en comparación con los pacientes que recibieron un placebo.
Lo último ha sido el hallazgo de un equipo internacional codirigido por el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) y el Hospital West China de la Universidad de Sichuan (WCHSU) que pudo revertir el alzhéimer en ratones después de solo 3 inyecciones con nanopartículas. Los investigadores realizaron varios experimentos para analizar el comportamiento de los animales y medir el deterioro de la memoria durante varios meses, cubriendo todas las etapas de la enfermedad. En uno de los experimentos, trataron a un ratón de 12 meses (equivalente a un humano de 60 años) con las nanopartículas y analizaron su comportamiento después de 6 meses. El resultado fue impresionante: el animal, de 18 meses (comparable a un humano de 90 años), había recuperado el comportamiento de un ratón sano.
No son ensayos clínicos, son estudios observacionales, menos exigentes y concluyentes que los ensayos clínicos, pero abren nuevos caminos a la investigación y a la esperanza del casi millón de afectados y sus familias en España.
Lo que funciona
Mientras se encuentran soluciones más eficaces, lo que funciona es la prevención, y en esto hay consenso entre los investigadores, hasta un 40% de los casos de alzhéimer podrían evitarse. Recientemente la revista The Lancet publicó un artículo con los 14 factores de riesgo a evitar para prevenir el alzhéimer y otras demencias asociadas a la edad:
- El exceso de colesterol LDL, conocido como colesterol malo.
- La pérdida visual no tratada
- Un nivel educativo bajo.
- La pérdida auditiva.
- La depresión.
- Los traumatismos craneales.
- Fumar.
- La inactividad física.
- La diabetes.
- La hipertensión.
- La obesidad.
- El consumo excesivo de alcohol.
- La soledad no deseada.
- La contaminación del aire.

