Cuidado con las patatas con brotes verdes o manchas. La OCU pubica un aviso alimentario sobre los riesgos de los glicoalcaloides, unos tóxicos naturalmente presentes en las patatas después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) haya evaluado el riesgo para el consumidor de esos tóxicos. Alertan de que su ingesta puede producir molestias gastrointestinales diversas, desde náuseas y vómitos hasta diarrea.
El principal problema lo encontramos en los glicoalcaloides, una familia de compuestos. En la patata los más abundantes son la alfa-solanina y alfa-chaconina. Justo en las partes verdes o brotes de las patatas es donde más se acumula la solanina.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha evaluado los riesgos para la salud de los glicoalcaloides en determinados alimentos que contienen solanina: tomates, berenjenas, patatas y productos derivados. Se trata de unos compuestos que están presentes en algunas hortalizas de forma natural.
Para el tomate y la berenjena, la EFSA no ha llegado a ninguna conclusión pero en cuanto a las patatas, la EFSA ha podido evaluar las posibles consecuencias de la ingesta de solanina y otros compuestos en los seres humanos, o establecer los niveles de riesgo.
Los glicoalcaloides de las patatas se relacionan con ciertos problemas de salud como náuseas, vómitos y diarrea, sobre todo en bebés o niños de corta edad por su bajo peso. Los adultos necesitarían comer grandes cantidades para llegar a niveles peligrosos.
Pero, ¿cuánto hace falta ingerir para que aparezcan esos efectos no deseados? Según la información disponible, 1 miligramo por kilo de peso corporal al día es la dosis más baja a la que se observan efectos no deseados.
La concentración de estas sustancias tóxicas depende de la variedad de la patata, su envejecimiento o su forma de almacenamiento, entre otros factores. De hecho, hay 3 a 10 veces más cantidad de glicoalcaloides en la piel que en el interior.
Con la oscuridad se forman cinco veces menos glicoalcaloides que cuando se deja las patatas expuestas a la luz.
Tras esta evaluación de la EFSA, la Comisión Europea y los Estados miembros de la Unión Europea, debatirán sobre las medidas a adoptar para disminuir la exposición de la población a los glicoalcaloides.
OCU confía en que establezcan unos límites máximos, pues los ahora vigentes son para otros contaminantes en productos alimenticios y se establecieron en el año 2006 (Reglamento 1881/2006).