Aumento de la ansiedad en verano: "Lo he dejado con mi novio, no tengo amigos para irme de vacaciones y me siento sola"

  • Verano no siempre es sinónimo de alegría: una psicóloga explica por qué durante los meses más calurosos del año, nuestra salud mental se puede resentir

  • A Natalia, de 29 años, la soledad le ha pasado factura: “Veo como todo el mundo sube stories que si de cañas, de conciertos, de viajes… Me meto en Instagram y me siento fatal”

  • Analizamos los cinco factores estresantes del verano y te damos varios tips para afrontarlos, descansar y salir airoso del mes de agosto

Son muchas las personas que experimentan más ansiedad en el verano, y es que, aunque existe la creencia popular de que el buen tiempo potencia la salud mental, los meses más calurosos del año traen consigo una serie de situaciones que pueden afectar a nuestro estado de ánimo.

El tiempo libre mal gestionado y la vuelta a la rutina tras las vacaciones pueden provocar un fuerte estrés, y si a eso le sumamos la soledad que experimentan algunas personas, tenemos el caldo de cultivo para la ansiedad, la tristeza y la sensación de vacío.

El caso de Natalia (29 años)

Natalia, de 29 años, se topó este verano con una mudanza, una ruptura y unas vacaciones en las que el descanso no fue precisamente el protagonista. Este cúmulo de situaciones provocaron en ella una fuerte ansiedad.

“El año pasado me mudé a Pamplona porque mi exnovio sacó la plaza del MIR allí. Él hizo un grupo de amigos y yo de vez en cuando salía con ellos, pero no conozco gente aquí. Luego empecé a trabajar y sí que conozco a gente del trabajo, pero no tenemos tampoco mucha amistad como para quedar, solo de vez en cuando”, relata. “Y en junio, cuando lo dejamos, me di cuenta de que toda mi vida giraba alrededor de él”.

Ahora, Natalia se siente totalmente sola porque durante toda su relación ha desatendido sus amistades. “No tengo amigos para irme de vacaciones y me siento muy sola, y encima veo como todo el mundo sube stories que si de cañas, de conciertos, de viajes… Me meto en Instagram y me siento fatal”, confiesa, explicando que la ansiedad ha aumentado cuando ha estado de vacaciones. “Es que literalmente no tengo nada que hacer. A veces me voy de compras, pero me aburro. No sé cómo conocer gente y hacer amigos, y me da mucho miedo volver a escribir a mis antiguas amigas y que me echen en cara haber pasado de ellas durante todo este tiempo”.

Y es que como hemos mencionado antes, tendemos a pensar que el verano es sinónimo de alegría y relax, pero es muy habitual que las personas con ansiedad o depresión experimenten un pico de malestar en esta época del año.

1. Pasamos más tiempo solos

Si te has cogido vacaciones y han coincidido con las de tu pareja o tus amigos, seguro que te lo has pasado bomba, pero esto no sucede siempre. A veces tenemos días libres mientras el resto del mundo trabaja, y en ocasiones llevamos una vida muy solitaria y esa sensación de aislamiento se acentúa en las vacaciones.

¡SOS! ¿Qué puedo hacer? En primer lugar, es fundamental aprender a gestionar la soledad de una forma saludable. Pasar tiempo por nuestra cuenta de vez en cuando es muy saludable, fomentando el autocuidado, la autonomía y una salud mental más estable.

Sin embargo, es tan malo pasar el día rodeados de gente como estar totalmente aislados. En otras palabras, necesitamos socializar, y si no tienes con quién, nunca es tarde para conocer gente.

Busca actividades grupales que te llamen la atención: yoga, costura, dibujo creativo, crossfit, idiomas… El contacto diario con gente hará que te sientas más pleno y será más sencillo hacer nuevos amigos.

2. Instagram, los filtros y el postureo

Estás tirado en el sofá sin hacer absolutamente nada y te metes en Instagram. El influencer de turno sube una foto en un yate, un amigo de la universidad está recorriendo el norte de España en una furgoneta camperizada, y tu ex sube cada día diez stories de terrazas, platos de comida y conciertos a los que va. Es inevitable compararse.

¡SOS! ¿Qué puedo hacer? Recuerda que las redes sociales son un reflejo distorsionado de la realidad. Nadie sube una foto en calzoncillos tirado en la cama recién despertado a la una del mediodía. Compartimos la parte bonita de nuestra vida y además le añadimos un filtro de belleza extra, así que no te frustres. Ni tu vida es tan horrible, ni la de los demás es tan maravillosa.

Una vez seas consciente del espejismo de las redes sociales, puedes optar por distanciarte un poco del móvil. Algunas personas se toman unas vacaciones digitales en esta época del año, desinstalando aquellas aplicaciones que más estrés les originan.

3. Vuelta a la realidad tras las vacaciones

Lo que popularmente se denomina ‘depresión post-vacacional’ no es otra cosa que la vuelta a la rutina en una sociedad capitalista en la que lo más importante es ser productivos. ¿Cómo no nos va a entrar la bajona?

¡SOS! ¿Qué puedo hacer? Intenta volver a la rutina de una forma flexible. Si pasas de no hacer nada a matarte trabajando, es normal acabar saturado y con la ansiedad por las nubes. Por eso es importante tener cierto orden, priorizar ciertas tareas frente a otras, y dedicar tiempo al descanso.

Si tras las vacaciones han surgido muchos imprevistos, no intentes solucionarlos todos de golpe. Por otro lado, es importante pedir ayuda a nuestros compañeros de trabajo, y también apoyarnos en nuestros seres queridos durante nuestro tiempo libre.

4. Más gastos, más estrés

Que si la gasolina o los billetes de autobús, tren o avión, el alojamiento, comer fuera, ir de cañas, visitar algún que otro museo… Y de repente tienes casi cincuenta notificaciones de la aplicación del banco avisándote de que estás sin un euro en la cuenta.

¡SOS! ¿Qué puedo hacer? Puedes darte caprichos, pero de manera consciente. No es cuestión de mirar cada cinco minutos tu aplicación del banco, sino de revisar una vez a la semana como mínimo tu cuenta para ver en qué gastas, si te estás pasando un poco, y en qué cosas podrías ahorrar.

Además, puedes escoger opciones más económicas. Por ejemplo, a la hora de viajar en vez de ir en tren puedes compartir coche y gasolina, escoger restaurantes un poco más asequibles, o ir a una casa rural con encanto en vez de a un hotel cinco estrellas con spa incluido. Pero ojo, no renuncies a todo de golpe, que no pasa nada por derrochar de vez en cuando.

5. Una mala gestión del tiempo libre

Todos necesitamos descansar y el verano es la ocasión perfecta para hacerlo, pero una cosa es tirarnos en el sofá de vez en cuando y otra muy distinta pasarnos 24 horas y 7 días a la semana sin hacer absolutamente nada.

En la otra cara de la moneda están aquellos que no saben aburrirse y necesitan llenar cada minuto de su tiempo libre con actividades que en realidad no les llenan. Keep calm, no vas a sufrir combustión espontánea por tirarte en la cama a mirar a la nada con la mente en blanco durante 5 minutos.

¡SOS! ¿Qué puedo hacer?

Encuentra un equilibrio entre el descanso y las actividades lúdicas, teniendo en cuenta que cada persona tiene unas necesidades. Por ejemplo, algunos necesitan hacer ejercicio todos los días, y otros prefieren hacer una buena ruta de senderismo el fin de semana y descansar físicamente el resto de la semana.

Eso sí, es importante que cada día reserves una hora para ti y solo para ti. Puedes leer, salir a pasear, practicar mindfulness o escribir tus reflexiones.