Las consecuencias del confinamiento según el tiempo de encierro: al principio, a las dos semanas y a los 40 días

  • Es fundamental darnos permiso para poder estar mal durante este periodo, no siempre hay que hacer cosas

  • El tiempo que aguantaremos confinados depende de las circunstancias de cada familia

El confinamiento establecido para frenar el avance del coronavirus tiene efectos directos en nuestro bienestar psicológico y emocional. Los españoles llevan ya más de un mes encerrados en casa, solo saliendo a la calle por motivos de primera necesidad, como ir a la compra o a trabajar. Esta situación ha cambiado por completo nuestra de forma de vida y afecta de diversas maneras al cuerpo y a la mente.

Las consecuencias del confinamiento en nuestro bienestar no son las mismas al principio que cuando ya han transcurrido varias semanas de encierro. Natalia Ortega, directora de Activa Psicología, explica qué ocurre en cada momento:

Al principio del confinamiento: “Inicialmente es un estado de irrealidad. A medida que pasan los días tomas conciencia de que esta situación se puede prolongar y, de una inicial ficticia acomodación, empieza a haber una escalada en la que te ves privado de muchas cosas, como las relaciones sociales. Esto supone alteraciones a nivel psicológico: ansiedad, miedo, estados de ánimo más depresivo,… Y empieza a haber un repunte de trastornos a nivel obsesivo-compulsivo”.

A partir de los 10 o 15 días: La psicóloga cuenta que, en torno a las dos semanas de encierro, “ha empezado a haber crisis de ansiedad, sintomatología más relacionada con un estado de ánimo más bajo y, a nivel emocional, nostalgia y una sensación muy grande de indefensión y bajo control de la situación”. Esto lleva, según Ortega, “a alteraciones a nivel psicosomático, dolores de cabeza, cefaleas tensionales o problemas de insomnio”.

Situación actual, tras más de un mes de confinamiento: Llega un momento en que nos acostumbramos a las circunstancias, por lo que volvemos a la acomodación. Pero esto genera indefensión y miedo, sobre todo porque no conocemos la fecha en la que vamos a retomar la vida normal. La psicóloga explica que esos temores incluyen miedo a lo que va a venir después, al contagio, a retomar las relaciones sociales y al futuro laboral. Esto puede conllevar “problemas a nivel de convivencia, a nivel de gestión de recursos de las familias… Son variables que pueden provocar ansiedad”. Incluso los niños pueden tener miedo de salir a la calle.

No son los únicos síntomas derivados del confinamiento que la psicóloga se está encontrando: “También puede haber un aumento de sintomatología a nivel de hipocondría y aprehensiva”.

¿Cuánto tiempo podemos aguantar confinados?

El tiempo que podemos aguantar encerrados en casa varía mucho de las circunstancias personales de cada uno. “Depende de variables socioculturales y de los recursos que tenga la gente a la hora de estar confinada”, explica la psicóloga. A pesar de que nuestra mente tenga una gran capacidad de adaptación, “en un confinamiento muy largo empiezas a vivir una realidad completamente distinta y la vuelta a la realidad puede tener efectos traumáticos”.

El aguante de una familia con una casa grande y un jardín o una terraza no es el mismo que el de otra con muchos miembros y poco espacio para convivir. En el primer caso es más fácil normalizar la situación, pero en el segundo todo es más estresante. ¿Y esto en qué puede derivar? “Algunos de los síntomas son la irritabilidad y las explosiones de ira”, dice Ortega.

Consejos para llevarlo mejor

La psicóloga recomienda una serie de pautas que pueden ayudarnos a convivir mejor con la excepcional situación que estamos viviendo y que se nos haga más llevadera:

  • Evitar la sobreinformación: Las mejoras que se producen son muy poco a poco, lo que genera “indefensión y desaliento”.
  • Es importante que cada uno tenga su espacio en casa.
  • Mantener las rutinas, tanto conjuntas (con la familia o con quien se viva) como individuales.
  • Mantener horarios: No por el hecho de estar todo el tiempo en casa hay que permitir desajustes en la alimentación y en el sueño.
  • Darnos permiso para poder estar mal: Parece que tenemos que hacer mil cosas y aprovechar todos los minutos del confinamiento con actividades, videollamadas, etc., pero la psicóloga cree que es clave “normalizar que haya momentos de bajón anímico porque entran dentro del proceso adaptativo”.