¿Cuánto tiempo se puede estar de baja por incapacidad temporal?

La incapacidad temporal nos protege como trabajadores mientras estamos enfermos y hasta que podamos volver a trabajar
Su reconocimiento nos da derecho a percibir una prestación: el plazo máximo es de un año, extensible a dos en casos excepcionales
Cumplido este periodo máximo, si la dolencia sigue presente pasaremos a una situación de incapacidad permanente, en el grado de que se trate
MadridCuando estamos enfermos y no podemos trabajar, tenemos derecho a acogernos a la llamada incapacidad temporal, una situación que genera una prestación económica a nuestro favor y que nos permite descansar hsta que estemos listos para reincorporarnos a la vida laboral. Pero ¿cuáles son los límites de este concepto? ¿Cuánto tiempo se puede estar de baja por incapacidad temporal y cuándo se convierte en incapacidad permanente
Cuánto tiempo se puede estar de baja por incapacidad temporal
Durante el periodo de tiempo en el que un trabajador está impedido para trabajar, ya sea debido a una enfermedad común o profesional (es decir, relacionada con nuestro puesto de trabajo), podremos recibir una prestación económica y recibir asistencia sanitaria para curarnos. Es lo que se conoce como baja por incapacidad temporal, una figura protectora del trabajador que tiene sus límites, entre ellos, en cuanto a su duración máxima.
Así, a partir de determinado momento, una incapacidad temporal podrá convertirse en permanente. Tal y como recuerda la web Cuestiones Laborales, el artículo 169 de la Ley General de la Seguridad Social establece que la incapacidad temporal tendrá (…) una duración máxima de 365 días, prorrogables por otros 180 días cuando se presuma que durante ellos puede el trabajador ser dado de alta médica por curación.
Esto se traduce en que la duración máxima de una incapacidad temporal será, en principio, de 18 meses. Si, cumplido este periodo, la enfermedad o dolencia persiste, tendremos que comenzar los trámites para el reconocimiento de una incapacidad permanente, partiendo de la idea de que, si en el futuro la enfermedad desaparece o cambia de grado y nos incapacita en menor medida, podremos (y deberemos) revisar estas circunstancias para, en su caso, volver a trabajar en la medida en que sea posible.
Agotado el plazo de duración de 545 días o 18 meses, el Instituto Nacional de la Seguridad Social, a través de los órganos competentes para evaluar, calificar y revisar la incapacidad permanente del trabajador, deberá optar por alguna de estas soluciones:
- Emitir el alta médica por curación del trabajador, cuando considere que puede trabajar.
- Iniciar el expediente de incapacidad permanente cuando considere que esta es la vía apropiada.
- Demorar la calificación de la incapacidad permanente durante seis meses más de manera excepcional, en caso de que consideren que se puede recuperar de las lesiones que padece.
Esto nos deja con una duración máxima de dos años, aunque de manera excepcional.
Durante todo este tiempo, el trabajador tendrá derecho a percibir una prestación de incapacidad temporal que se extenderá mientras dure esta situación. Si se produce el alta, tocará reincorporarse al puesto de trabajo, mientras que si se reconoce una incapacidad permanente, cobraremos esta nueva prestación, en función del tipo de que se trate: parcial, total, absoluta o gran invalidez, en orden de menor a mayor gravedad.
Así, la incapacidad permanente parcial existe cuando se da una disminución para las tareas de la profesión habitual de al menos un 33 por ciento, pero permitiendo al afectado que pueda realizar las funciones básicas de ésta. La incapacidad permanente total, por su parte, supone una disminución en todas las tareas básicas para ejercer la profesión, aunque en principio se podría ejercer otra profesión.
En cuanto a la incapacidad permanente absoluta, nos encontramos ante una disminución total para ejercer no sólo la profesión habitual, sino para todo tipo de trabajo. La situación de gran invalidez es la más grave de todas y se aplica a personas con una disminución de su capacidad para trabajar de tal importancia que no sólo no pueden trabajar en ningún oficio o profesión, sino que necesitan de la ayuda de otras personas para cubrir sus necesidades básicas.
