El riesgo de demencia amenaza a los ancianos aislados en soledad por el coronavirus

  • Eduardo Fernández, 'Dudu', relata su experiencia atendiendo a los ancianos en entornos rurales

Uno de los grupos sociales más afectados por el confinamiento que decretó el estado de alarma para combatir la pandemia del coronavirus es el los más mayores. Especialmente, si se trata de personas que están pasando el aislamiento en soledad, sin contacto físico con ningún ser querido. Eduardo Fernández 'Dudu', jugador de voleibol en los años noventa y actualmente enfermero en el Área Integrada de Salud de Los Navalmorales, un municipio de los Montes de Toledo, incide en una entrevista con EFE en la especial situación de vulnerabilidad de este colectivo.

"La soledad de la gente en los pueblos es lo peor. Para ellos es muy importante ver y estar en contacto con familiares. Algunos se están demenciando por lo que está sucediendo", lamenta Fernández, quien tiene la tarea de transmitir "tranquilidad" a los 1.300 pacientes que alcanza su radio de acción de 45 kilómetros, "una población muy envejecida, con habitantes de ochenta, noventa años".

"Ir a verles, llamarles por teléfono, saludarles por la ventana, eso les da cierto sosiego", destaca. Pese a la avanzada edad de muchos de sus pacientes, Dudu asegura que "llevan una vida sana y su esperanza de vida es muy elevada. La gente sigue viviendo sola o con su pareja o algún pariente. Y siguen siendo bastante independientes", explica, que admite que la pandemia ha modificado la forma habitual de trabajar de su equipo, porque "la gente se recluye en casa y lo que intentamos es mantenerlos al tanto, ya sea por teléfono, visitándolos, no entrando en casa, aunque sea asomándonos por la ventana para preguntarles cómo se encuentran, para advertirles de que no salgan, para saber si tienen apoyo familiar, si tienen las necesidades básicas cubiertas", relata.

"Son gente dura y aceptan las circunstancias actuales de otra manera"

El hecho de que muchos de ellos ya vivieran la posguerra y pasaron por necesidades les da un plus de "dureza" y por ello "aceptan las circunstancias actuales de otra manera. Saben organizarse bien porque conocen la dureza de la vida. Aunque sabemos que esto es muy agresivo y que hay circunstancias muy tristes, con gente que se muere sola", comenta.

"Nuestra labor es apoyarles, al igual que hace otra mucha gente ya que han surgido iniciativas desde ayuntamientos, asociaciones de mujeres que hacen mascarillas, reparten comidas... En este aspecto, la sociedad ha respondido muy bien y es mucho más fácil y asequible que en cualquier ciudad", reconoce. "Claro que el trabajo es más tenso porque es mucho más complicado. Hay que tener cuidado de no contagiar a pacientes, a compañeros... Debemos cuidarnos porque un profesional de baja en estos momentos es algo catastrófico", declara.

El propio Dudu admite que, con su edad -más de sesenta años- él también tiene muchos factores de riesgo. "De hecho, el domingo 22 de marzo me hicieron el test porque llevaba con síntomas leves casi una semana. Tomé mis precauciones y el 25 me dieron el resultado, que fue negativo. Al día siguiente ya volví a trabajar", explica.

Racionalizar los equipos de protección individual

Sobre el material de los sanitarios para hacer frente a esta crisis, Dudu manifiesta que disponen de "la equipación suficiente". "Aunque, por supuesto, siempre es deseable tener más. Nosotros desde la época del SARS y del ébola teníamos cierto material guardado que nos ha venido muy bien por la confusión de los primeros momentos. Pero debemos tener cuidado e intentar racionalizar los equipos de protección individual", advierte.

Cuando, tras concluir su jornada laboral, regresa a su piso, "un bajo con una anchura de unos diez metros", intenta hacer algo de ejercicio, "abdominales, pesas, correr un poco" y, pese a que confiesa "no sentir la soledad", sí echa en falta "ver a toda esa gente a la que queremos mucho y demostrarles ese afecto que solo podemos hacer por teléfono".

Una de las mayores satisfacciones de su vida fue fundar el club de voleibol de Talavera de la Reina, que sigue presidiendo y que supone para él 'una válvula de escape' en estos duros momentos. "Nuestra prioridad cuando esto acabe es seguir adelante porque la gente tiene que hacer deporte y seguir manteniendo estas cosas que merecen la pena. Lo que nos está enseñando esta pandemia es a valorar las cosas, a ser generosos", opina. "Nadie nos preparó para afrontar una emergencia de este tipo, con tanta gente involucrada a la vez", subraya.

"Yo, en concreto, valoro enormemente a mis superiores jerárquicos, gente de mediana edad que nos ha sabido organizar muy bien y eso nos da mucha seguridad a la hora de trabajar, algo que no es nada fácil. Dentro de la desgracia y de lo triste que es que muera tanta gente todos los días, estoy contento porque toda la sociedad en general se está portando muy bien", concluye.