Las diferencias entre el colesterol bueno y malo

  • Conoce las diferencias entre el colesterol HDL y el colesterol LDL, y cómo mantener sus niveles bajo control

Controlar los niveles de colesterol es un factor clave para cuidar nuestra salud cardiovascular, y son muchas las personas en España y en todo el mundo que experimentan problemas en este sentido. De hecho, el colesterol elevado o hipercolesterolemia es uno de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular más importantes y prevalentes. Un reciente estudio muestra que en nuestro país la mitad de la población lo padece y que, de estos, solo el 46,4 por ciento es consciente de ello. Un primer paso para actuar es conocer las diferencias entre el colesterol HDL y LDL, comúnmente conocidos como ‘colesterol bueno’ y ‘colesterol malo'.

Diferencias entre el colesterol HDL y LDL

Los datos anteriores se han extraído de un artículo publicado en la Revista Española de Cardiología (REC) que edita la Sociedad Española de Cardiología (SEC). El artículo analiza los resultados obtenidos del estudio ENRICA (Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular de España). Según este análisis, que ha incluido a 11.554 pacientes y es el primero realizado en España que permite extrapolar los datos a toda la población, solo el 23,7 por ciento de las personas que muestran cifras elevadas de colesterol están tratadas y el 13,2 por ciento se mantienen bien controladas.

Aunque existe mucha información preventiva al respecto, muchas personas siguen sin conocer las diferencias entre el colesterol HDL y LDL, así como qué alimentos consumir para mantener unos niveles adecuados de colesterol y evitar así riesgos para su salud. Preguntas como qué es el colesterol bueno y cuál es su definición son algunas de las más frecuentes entre los ciudadanos en España.

Lo primero es comprender qué es el colesterol: se trata de una sustancia grasa natural presente en todas las células del cuerpo humano, necesaria para el normal funcionamiento del organismo. La mayor parte del colesterol se produce en el hígado, aunque también se obtiene a través de algunos alimentos.

En cuanto a la función del colesterol, éste interviene en la formación de ácidos biliares, vitales para la digestión de las grasas. Además, los rayos solares lo transforman en vitamina D para proteger la piel de agentes químicos y evitar la deshidratación. A partir de él también se forman ciertas hormonas, como las sexuales y las tiroideas.

Otra duda clave es la referente a los tipos de colesterol. Tal y como explican desde la Fundación Española del Corazón (FEC), la sangre conduce el colesterol desde el intestino o el hígado hasta los órganos que lo necesitan, y lo hace uniéndose a partículas llamadas lipoproteínas. Existen dos tipos de lipoproteínas:

  • De baja densidad (LDL): Se encargan de transportar nuevo colesterol desde el hígado a todas la células de nuestro organismo.
  • De alta densidad (HDL): Recogen el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis.

Según esta interacción, podemos hablar de dos tipos de colesterol:

  • Colesterol malo: Es el colesterol que, al unirse a la partícula LDL, se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma.
  • Colesterol bueno: Se trata del colesterol que, al unirse a la partícula HDL, transporta el exceso de colesterol de nuevo al hígado para que sea destruido.

Mantener controlado el nivel de colesterol en sangre es importante porque, en caso de hipercolesterolemia, existe el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Ello ocurre cuando el colesterol supera niveles en sangre de 240. Además, cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de la arteria y contribuye a su progresivo estrechamiento originando la arterosclerosis.

En cuanto a la forma de medir los niveles de colesterol, la única manera de hacerlo es a través de análisis de sangre, ya que la hipercolesterolemia no presenta síntomas ni signos físicos. Es conveniente que las personas con riesgo de padecer una dislipemia (alteración de los niveles normales de estas grasas), que tengan familiares con cardiopatía isquémica y otras enfermedades cardiovasculares, se sometan a esta prueba desde edades tempranas.

¿Cuáles son los niveles normales de colesterol y triglicéridos?

Estos son, según la FEC, los niveles de colesterol que debemos tomar en cuenta:

Colesterol total

Normal: menos de 200 mg/dl

Normal-alto: entre 200 y 240 mg/dl. Se considera hipercolesterolemia a los niveles de colesterol total superiores a 200 mg/dl.

Alto: por encima de 240 mg/dl

Colesterol LDL

Normal: menos de 100 mg/dl

Normal-alto: de 100 a 160 mg/dl

Alto: por encima de 160 mg/dl

Esta recomendación no significa que la cifra normal de LDL deba rondar los 100 mg/dl. En algunos casos, el nivel deseable de LDL puede ser incluso menor de 70 mg/dl.

Colesterol HDL

Normal: superior a 35 mg/dl en el hombre y 40 mg/dl en la mujer

En cuanto a los niveles normales de triglicéridos, son los siguientes:

Normal: menos de 150 mg/dl

Normal-alto: entre 100 y 500 mg/dl. Se considera hipertrigliceridemia a los niveles de triglicéridos superiores a 150-200 mg/dl.

Alto: por encima de 500 mg/dl.

¿Cómo bajar el colesterol?

La alimentación es clave para reducir el colesterol o prevenir la aparición de niveles elevados. ello pasa or evitar las grasas saturadas, manteniendo en la medida de lo posible una dieta mediterránea, equilibrada, en la que el aporte de grasas proceda principalmente de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados (pescado, aceite de oliva, semillas...) También es importante el consumo de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas.

Por otro lado, el ejercicio ayuda a reducir el colesterol, siendo preferible el ejercicio aeróbico (caminar, carrera suave, ciclismo, natación…), a intensidad moderada (65-70 por ciento de frecuencia cardiaca máxima) y desarrollado de manera regular (tres a cinco sesiones por semana). el efecto de esta actividad es un aumento del HDL (colesterol bueno) y una reducción del LDL (colesterol malo) y los niveles de triglicéridos.

Solo en caso de que estas medidas no basten será aconsejable acudir a los fármacos.