Los padres tardan seis años en recuperar sus hábitos de sueño desde el nacimiento del bebé

  • Las madres con un bebé tienen menos interrupciones del sueño

  • Las progenitoras asumen la mayor parte del trabajo de crianza

  • Las interrupciones se deben a que los bebés duermen en periodos cortos

Los horarios de sueño de los padres normalmente no vuelven a los niveles previos al embarazo hasta seis años después del nacimiento del bebé, según concluye un estudio de la Universidad McGill de Canadá publicado en el 'Journal of Sleep Research' en el que se analizaron los patrones de sueño de un total de 111 padres tras el parto.

Las madres de recién nacidos asumen la mayor parte del trabajo de crianza y pasan muchas noches despiertas con el bebé. Pero quienes cuidan de su primer hijo tienen más probabilidades de dormir mejor que las madres del segundo o tercero.

La interrupción del sueño a menudo se debe a que los bebés normalmente duermen en períodos cortos. Las madres con un bebé tenían un sueño menos interrumpido y de mejor calidad que aquellas con más de un hijo. Los investigadores concluyeron que esto puede deberse a que no tienen que cuidar también de niños mayores.

Los padres tienden a poder dormir más porque, en la muestra, el 96% de ellos trabaja, lo que garantizaba que las madres aceptaran más carga.

Los padres pierden hasta 750 horas de sueño en el primer año

Los padres pierden entre 400 y 750 horas de sueño durante el primer año de vida de sus bebés, según el pediatra del Hospital Italiano de Buenos Aires, Julio Busaniche, a la agencia de noticias Télam. Una elevada cifra de horas que podría equivaler a estar casi un mes entero sin dormir. Una situación que sin duda hace estragos en la salud de los padres, pero que tiene su origen en el insomnio que padecen los bebés y que "son muy frecuentes y esperables durante los primeros meses de vida", afirma Busaniche.

"Las rutinas y el tipo de vínculo con los padres juegan un papel importante en la generación y perpetuación de esos problemas", añade el pediatra. "La vida diurna presenta problemas y 'estresores' que pueden angustiar a los niños, que descargan durante la noche según el contexto familiar en que se viva", detalló.