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Empiezan a aparecer los primeros indicios de que "el pico de la sexta ola" de coronavirus no tardará mucho en llegar, en España. Algunas comunidades ven indicios de que la curva de esta sexta ola de contagios podría empezar a descender.
La acumulación de casos hace que la incidencia mantenga su estirón en nueve comunidades, pero, por otro lado, parece que la curva empieza a estabilizarse en otras seis autonomías. Aun así, no hay que relajarse y seguir manteniendo cautela frente al coronavirus y, especialmente, frente a ómicron.
"Con toda la prudencia necesaria, podemos decir que hay indicios de mejora. Estamos en una fase de meseta, que, esperemos, sea el preludio del descenso", apuntaba la Portavoz del Govern, Patricia Plaja. Y es las autoridades sanitarias catalanas son las que más se han aventurado en esa línea de descenso, a pesar de que el colapso en la atención primaria. Un optimismo que hace que no se planteen ampliar el toque de queda nocturno -entre la 1 y las 6 de la mañana- más allá del periodo establecido, es decir, del 21 de enero.
Además de Cataluña, Castilla-La Mancha, Madrid, Valencia y, más claramente, La Rioja y Andalucía ya han empezado a notar esa relajación en la incidencia acumulada de casos de coronavirus. La autoridades sanitarias de estas comunidades lo tienen claro y apuntan a que buena parte de esa mejoría se debe a la vacunación masiva de la población.
Concretamente, en el caso de Andalucía, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, ha apuntado que España podría estar "al comienzo del principio del final de la sexta ola" ya que la capacidad infecciosa "no tiene correspondencia en la gravedad en el ámbito clínico". En Madrid, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, tiene claro que toca afrontar una etapa de "meseta", tras el pico de la sexta ola, y que el descenso se notará mucho más en las próximas semanas.
Aún así, la variante ómicron sigue extendiéndose. En solo un mes ha dejado más de dos millones de contagios. El 30% de todos los positivos de la pandemia. Una cifra elevada que se ha traducido en una gran presión para la atención primaria, colapsada por las largas colas de pacientes afectados, de una manera u otra, por el coronavirus.