En Roquetas de Mar, Almería, la Guardia Civil ha detenido este martes a los padres de un bebé que murió el pasado domingo, tras, supuestamente, practicarle una circuncisión clandestina en el domicilio familiar; y a la persona encargada de practicarla, que no tiene titulación médica. Los padres han quedado finalmente en libertad. Este es un caso puntual, pero no el único. Cada año en hospitales de España tienen que atender a niños y niñas que han sufrido algún tipo de mutilación o circuncisión. Es difícil detectar estos casos y poner cifras porque se producen en la intimidad de ciertos entornos familiares. Informa en el vídeo Ana Verdejo.

No tenía titulación oficial y tampoco se tomaron las medidas higiénicas necesarias. Ahora se le acusa de un delito de homicidio imprudente tras realizar la circuncisión a un bebé de solo 40 días, que acababa falleciendo.

"Solamente estaría aceptada cuando se trata de una condición médica, como puede ser la fimosis en los niños o hombres", explica Catalina Perazzo, directora de Incidencia en Save The Children.

La circuncisión es legal en España, pero debe realizarse solo en un entorno hospitalario y quirúrgico. "El pene, igual que la vagina o la vulga, son órganos muy vascularizados y hay que hacer la intervención con cuidado", señala Pere Barri ginecólogo en el Hospital Universitario Dexeus.

En 2008 y 2011, otros dos bebés, de origen nigeriano, perdieron la vida en nuestro país tras someterse a una circuncisión clandestina por motivos religiosos. "Más de 2.600 niñas habían sufrido o estaban en riesgo de sufrir ablación", apunta la directora de Incidencia de Save The Children.

La mutilación genital femenina sigue afectando en la actualidad a millones de niñas y adolescentes en el mundo. "Es una práctica machista, lo que busca es controlarlas y condicionar su vida sexual", añade.

Esta práctica tiene graves consecuencias en la salud de las mujeres, e incluso puede llevarlas a la muerte. "En la mayor parte de países africanos, más del 80% de mujeres tienen hecha una mutilación", señala el doctor Pere Barri.

Como país receptor, España centra sus esfuerzos en la prevención y la detección para detener por fin, este tipo de violencia.

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