Albelda de Iregua se llena de besos: los vecinos protagonizan una exposición fotográfica al aire libre

Albelda de Iregua se llena de besos: los vecinos protagonizan una exposición fotográfica al aire libre. Telecinco
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Del beso del marinero a la enfermera en Times Square, al romántico entre “La dama y el vagabundo” compartiendo espaguetis, o el histórico beso frente al Muro de Berlín. Ahora, a esta lista de gestos universales de afecto se suma un nuevo escenario inesperado, Albelda de Iregua, un pequeño pueblo riojano de apenas 4.000 habitantes, que se ha llenado de besos en forma de fotografías reales protagonizadas por sus propios vecinos.

Muros, balcones y ventanas se han convertido en lienzos donde se exhibe un verdadero mapa emocional. Una iniciativa con la que el pueblo quiere reivindicar la ternura, el cariño mutuo y el entendimiento entre las personas. La idea ha transformado lo cotidiano en una experiencia visual y afectiva única, donde las piedras del pueblo “hablan con besos”.

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Las imágenes muestran a vecinos abrazados, sonriendo, compartiendo momentos íntimos o espontáneos, todos unidos por el deseo común de recordar que la humanidad también se construye con pequeños gestos. Uno de los participantes cuenta que lo que realmente le importa es que cada mañana pueda despertar viendo algo bonito, algo cariñoso de la gente del pueblo. Para él, la presencia de estos besos le recuerda que todos forman una gran familia.

Patrimonio colectivo de una comunidad

En otro balcón, otra historia: una vecina recuerda que estaban tranquilamente tomando un chocolate cuando, de repente, surgió un beso espontáneo. Fue algo natural, sincero. El gesto, que quedó inmortalizado, ahora forma parte de esta galería colectiva al aire libre

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La exposición está protagonizada y retratada por los propios habitantes, que no solo posan, sino que cuentan su historia y, con ella, también la del pueblo entero. Para muchos, esta muestra es una forma de decirle al vecino: “estamos aquí”.

Las ventanas se convierten en puntos de conexión emocional, mostrando que incluso las historias más íntimas pueden ser también parte del patrimonio colectivo de una comunidad. Un testimonio visual de cómo la ternura puede unirse al arte para dejar huella.