Abrazos ‘a distancia’ hasta finales de junio con nuestros mayores, los más castigados por la pandemia

  • El Plan de desescalada no prevé el contacto con grupos de riesgo

  • Algunos mayores se conforman con ver a sus nietos desde lejos

Solos en sus casas o en residencias, los mayores llevan más de 40 días sin recibir la visita de sus familiares. Con la llegada, este martes, del Plan para la desescalada, esa es precisamente una de las preguntas que se hacen muchas familias. ¿Cuándo podremos visitar a nuestros abuelos?

Si bien a partir del próximo 11 de mayo, y según el Plan de desescalada impuesto por el Gobierno, ya se prevé recuperar el contacto social "para personas no vulnerables ni con patologías previas". Dicho esto, ir a la ver a los padres cae en un limbo que tendrá que matizarse en los próximos días y que, en última instancia, dependerá del buen criterio de cada uno.

Más controladas serán las visitas a las residencias. Al ser grupos de riesgo no están contempladas en ninguna de las fases de dicho plan. Habrá que esperar, como mínimo, después de la Fase 3, a partir del 8 junio, cuando llegue la tan ansiada "nueva normalidad".

Mayores felices de volver a ver a sus nietos

Demasiado tiempo para los internos de las residencias que tendrán que esperar, al menos, otros 40 días para poder abrazar a sus hijos y nietos. Los hay con más suerte. Aprovechando, el paseo de los niños, Informativos Telecinco ha podido acompañar a algunos padres que pueden llevar a sus pequeños a ver a los abuelos que viven cerca de casa, eso sí, desde lejos.

Carmen y Julia, por ejemplo, salen de casa emocionadas no sólo porque pueden salir a la calle y usar sus juguetes sino porque a tan solo 10 minutos les espera su abuelo Francisco, que solo tiene halagos para sus dos nietas, mientras que Gloria, la abuela, apenas puede articular palabras a dos metros de la reja que aún les separan de abrazarse. "Qué ganas tengo de darle un beso", comenta una de las pequeñas. También Álex va con su madre nervioso a saludar desde lejos a su abuelo. Fernando desde su balcón le saluda con un simple gesto.

Así son las escenas que se repiten cuando la familia vive cerca de casa: no hay besos ni abrazos, pero sólo con mirarse ya son unos afortunados.