La presidenta de la Comisión de Violencia Intrafamiliar y de Género, la psiquiatra Luisa García Esteve, ha explicado que el 62% de las víctimas son menores de 25 años (207), y desde que en mayo se inició la atención a menores --a partir de 16 años--, han atendido 12 casos, todas chicas. Un tercio de las víctimas conocía a su agresor, y hubo más de un agresor en el 7,78% de las 332 agresiones a mujeres y en el 3,33% de las 50 a hombres, mientras que en lo referente a la nacionalidad, el 56,38% de las mujeres son extranjeras --turistas, migrantes o estudiantes--, y el 50% de los hombres víctimas.
En el 70% de las agresiones hay algún tipo de penetración, que es vaginal en el 66% de las agresiones a mujeres y anal en el 70% de hombres, y la Coordinadora de Urgencias en el turno de noche, Teresa Echeverría, ha destacado que las atendidas valoran mucho un documento que se les entrega con todos los tratamientos que se les ha realizado. Garcia ha alertado de que "la violencia hace enfermar": el 49% de las víctimas presenta secuelas un mes después de la agresión, sobre todo con estrés postraumático, y muchas no duermen bien, no comen y ven alterado su funcionamiento del día a día, por lo que se les da una atención posterior con acompañamiento psiquiátrico sin cita previa.
Ls datos revelan que se ha producido "una tendencia a la baja en la intención de poner una denuncia" al llegar a Urgencias, y en 2018 la ha interpuesto el 62% de las mujeres y el 70% de los hombres, y han subrayado que el proceso judicial tiene un impacto en la salud de las víctimas, que están más expuestas.
El 56% de las agresiones a mujeres se han producido en algún domicilio --que en muchos casos no es el propio--, frente al 20% en la vía pública y 10% en discotecas y bares, cifras similares a las agresiones a hombres, aunque aumenta hasta un 30% las que se producen en la vía pública. En el 29% de los casos hubo indicadores clínicos que hacen sospechar que la víctima fue sometida con alguna droga o sustancia química psicoactiva, provocando amnesia y sedación --aunque no pueden demostrar si fue tomada por la víctima o se la dieron--, y la psiquiatra ha explicado que muchas se despiertan "en un lugar desconocido, con la ropa rota" y hematomas.
Entre 2013 a 2016 se analizaron 1.000 muestras buscando burundanga en los análisis toxicológicos que realizan a las víctimas en sangre y orina, pero no se detectó, por lo que dejaron de buscarla, aunque según Garcia, "el hecho de que no se encuentre no significa nada, porque son sustancias que se eliminan muy rápido del cuerpo", y cuando se las atiende han pasado varias horas desde la agresión.
El director médico del hospital, Antoni Castells, ha explicado que el hospital creó esta comisión hace 20 años y ha considerado sumamente preocupante el aumento de casos registrados, sobre todo por la gran proporción de víctimas jóvenes: "Estas agresiones hacen enfermar a las personas, no es solo un problema social, sino también un problema sanitario y de país".
La Coordinadora de Urgencias en el turno de noche, Teresa Echeverría, ha subrayado: "La atención en el momento cero, puede ser destructiva o constructiva", y si hay actitudes negativas, marcarán la continuidad de la asistencia, por lo que el servicio trabaja en evitar cuestionar y revictimizar a la víctima, por ejemplo haciendo que solo tenga que relatar una vez lo sucedido si denuncia.