Respetando la distancia y con mascarilla o incumpliendo la distancia de seguridad, y sin protegerse. De todo hubo anoche en la celebración del cadismo por el ascenso de su club, después de quince años, a primera división. La fiesta, que podía haberse celebrado el sábado si el Cádiz hubiera vencido al Fuenlabrada en su estadio, tuvo que aplazarse veinticuatro horas, al depender el ascenso de una derrota del Zaragoza, que finalmente se produjo.
Los aficionados cadistas, que veían el encuentro del Zaragoza en los bares, salieron a la calle y se dirigieron a Puerta Tierra, el lugar de celebración de los amarillos. Vigilando que nada se desmadrara, dos unidades de la UPR y agentes de Policía Nacional del área de la Bahía junto a Policía local. La fuente de las celebraciones vallada, pero la aglomeración inevitable. Alrededor de dos mil aficionados.
Las imágenes reflejan como unos y otros asumieron su alegría. Grupos familiares distanciándose, y tomando todas las precauciones posibles, pero también grupos de gente apiñada, y cantando a voz en grito sin mascarilla, o con ella como adorno. Alegría, no es para menos, pero esperando que la alegría no se volviera contagiosa.
A medianoche, corte policial del tráfico ante el gran numero de aficionados concentrados en la zona, en todo caso, muchos menos, y con muchas más precauciones que en la vieja normalidad. En torno a la una de la mañana, se ponía fin a la fiesta amarilla, más o menos controlada, más o menos desatada, según quien lo mire. Lo importante para los aficionados, que el Cádiz ya está en primera. Lo fundamental para la salud de todos, que esta concentración no tenga consecuencias en la lucha contra la Covid-19