Amputación de brazos y piernas con machetes: la seña de identidad de las bandas latinas

  • Es una experiencia devastadora: dolor crónico , depresión, aislamiento o ideas suicidas son sentimientos comunes

  • Los machetes son sus armas preferidas desde que en 2017 prohibieron la venta de armas detonadoras en las armerías

  • Los líderes se encargan de hacer el acopio de armas, que portan los menores ya que son inimputables

Decenas de adolescentes han sufrido la amputación o semiamputación de manos, brazos o piernas en España durante los últimos años en el trascurso de reyertas entre bandas juveniles de origen latino. El último caso, el de un chico dominicano de 20 años el pasado lunes en un pub del distrito madrileño de Tetuán. Es una seña de identidad en estas pandillas, que utilizan machetes, catanas o puñales de grandes dimensiones para dejar a sus adversarios marcados de por vida. Según la Coalición de Amputados, la pérdida de una extremidad es una experiencia devastadora: dolor crónico, tristeza, rabia, depresión severa, aislamiento, comportamientos violentos, ideas suicidas, suelen ser los sentimientos más comunes.

Tras cercenarles las extremidades, estos jóvenes quedan temporalmente inoperativos. Deben pasar por varias intervenciones quirúrgicas y luego una larga rehabilitación para poder recuperarse física y psicológicamente. Algunos sufren de 'dolores fantasmas', que es la sensación de dolor fuerte en la extremidad ausente. Para paliarlo deben tomar medicación, normalmente antidepresivos.

El cuidado del muñón también es muy delicado. Hay quienes utilizan prótesis y extremidades artificiales pero deben aprender a usarlas. A largo plazo, las víctimas acaban aceptando esta pérdida y rehaciendo su vida. Aún así tienen baja autoestima y miedo de que se cuestione su apariencia física. Además pierden el sentimiento de independencia ya que necesitan ayuda para algunas de sus necesidades básicas.

Machetes

El machete es su arma preferida desde que en el año 2017 la normativa prohibió la adquisición de armas detonadoras en las armerías, que ellos modificaban para convertir en armas de fuego reales, explica Luis Balbín, el jefe de la sección de bandas juveniles de la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional en Madrid. "Es una seña de identidad de estos pandilleros. También te da una distancia de seguridad a la hora de actuar con el enemigo. Tú imagínate el brazo extendido más otro medio metro más de filo", ilustra.

En la cultura latinoamericana es el instrumento agrícola más utilizado. En todas las casas rurales hay alguno. Los utilizan para cortar plantas, caña de azúcar, para abrir caminos, construir casas o defenderse de animales peligrosos. Empezaron a utilizarse sobretodo en la Edad Media pero entraron en auge a partir del siglo XIX, cuando los españoles introdujeron el acero fino.

Hay distintos tipos, dependiendo del espesor de la hoja y la longitud total del filo. En la República Dominicana también se llama colín, en algunas provincias de Colombia lo conocen como rula, en Brasil es el facão y en Filipina se refieren a estos cuchillos como bolo.

La longitud depende del uso que se le quiere dar. Su reducido precio y su extendida popularidad han hecho que su utilización vaya en aumento. Los pandilleros las empuñan como armas blancas, para defenderse de sus enemigos y para atacar a los miembros de bandas rivales.

En España estas armas se adquieren por internet: bolomachetes, catanas, navajas mariposa, cúteres, bates de beísbol, pistolas de perdigones y armas cortas, casi todas ellas por menos de 50 euros excepto las pistolas y su munición, que las adquieren por unos 400 euros.

Los líderes de las bandas son los encargados de hacer el acopio de las armas que utilizan y que en la calle suelen esconder las mujeres o los niños. Su objetivo es reclutar al mayor número posible de menores de edad para perpetrar estos ataques o 'caídas' ya que, en caso de ser detenidos, resultan inimputables y evitan ir a la cárcel, resalta este investigador.

Para poder entrar a formar parte de una banda, los jóvenes deben superar unas pruebas que suelen consistir en apuñalar a un miembro de un grupo rival. Después deben abonar una cuota semanal o mensual, pequeñas cantidades que suelen obtener robando a personas en la vía pública o con el menudeo de drogas. El que no cumple es sancionado con golpes y otros castigos.

Las bandas

Las primeras bandas latinas que llegaron a España fueron los Latin Kings y los Ñetas, inmigrantes de raíz ecuatoriana que ya formaban parte de una banda en su país de origen. En el año 2014 fueron descabezados y ya están integrados en la sociedad. Ahora las predominantes son los Dominican Don't Play (DDP) y los Trinitarios.

"Todas las bandas son igual de violentas, aunque su peligrosidad depende de dos factores: del número de integrantes que tengan y de la agresividad de sus componentes o de lo violentos que sean. Sabemos qué grupos son, cómo se relacionan, quién es el líder de ese grupo, porque son totalmente jerárquicos, estructurados, cada uno tiene su papel. Cada vez que desmantelamos un coro, vuelven a recomponerse y ponen a un nuevo líder. Ahora el 90% de los componentes ya son nacidos en España y tienen una jerarquía más laxa", asegura este agente

Estas bandas pugnan por el control del territorio. Aún así, muchos adolescentes 'rulan' o se mueven con estos grupos violentos pero jamás pegan el salto a delinquir. Las Fuerzas y Cuerpos de seguridad tratan de identificarlos y tenerlos controlados de forma preventiva. La labor policial se estructura en base a dos ejes: por un lado frenar la captación y por otro evitar que se asienten en una zona concreta.

La captación se produce en edades tempranas. Puede ser en los centros educativos, en los parques o en locales de ocio. Según el inspector, "hacen una captación selectiva: siempre es desde dentro de la banda. Es importante que el chaval no tenga un referente y la banda pueda captarlo y que dependa totalmente de la banda. Poder hacer con esos niños lo que ellos quieran. Ese es su sentimiento de pertenencia. A ese grupo se unen. Esto son auténticas escuelas de delincuentes. La especialidad que tienen es la violencia, un rango de delitos: homicidios, lesiones, riña tumultuaria, robos con intimidad, robos con fuerza, tráfico de drogas, coacciones, amenazas, son sus especialidades".

Compiten por el territorio. Otro de los factores a tener en cuenta en la labor de prevención policial. "El territorio es para uso y disfrute de los ciudadanos. Es fundamental no dejarles que se asienten en un lugar concreto. Por eso tenemos dispositivos de seguridad ciudadana permanentemente donde sabemos que se concentran, con indicativos uniformados, que trabajan al 50% con los investigadores", argumenta Balbín. Cuando están en su territorio esconden las armas cerca, en alcantarillas, matorrales, papeleras, en un alcorque de un árbol o debajo de los coches. Cuando hay más presión a nivel policial intentan no llevarlas encima ni tampoco lo hacen cuando salen de su territorio.

Este policía asegura que la mayoría de los enfrentamientos que se producen son fortuitos, como ocurrió con el crimen de Jaime Guerrero 'Pepe' a las puertas de una discoteca en Atocha el pasado mes de febrero. No siempre que confluyen dos grupos rivales va a haber un enfrentamiento, aunque "los que son mayoritarios o tienen armas 'caen' sobre los grupos minoritarios ".

"Esto no es un fenómeno nuevo. Tenemos una instrucción de la secretaría del Estado del años 2005 que nos da una metodología de trabajo a nivel de prevención, con unidades de seguridad ciudadana -con indicativos uniformados- y los investigadores de las Brigadas de Información. Además contamos con colectivos ciudadanos que nos aportan mucha información, como pueden ser los responsables de los centros educativos, que son los primeros que nos ponen la lupa de los niños que pueden empezar a tener problemas", relata Balbín.

"A nivel policial hacemos un trabajo de campo previo. No estamos esperando a que ocurra un hecho delictivo. Ya sabemos qué grupos son, cómo se relacionan, quién es el líder. Estos grupos son jerárquicos y están estructurados. Cada uno tiene su papel. Por eso cuando se produce un hecho delictivo ya tenemos datos y podemos esclarecerlo y proceder a las detenciones en pocos días", afirma.

Durante la pandemia además han observado que muchos menores imitan o emulan a estos pandilleros, como si se tratara de una moda, porque lo ven en las redes sociales. Aún así, este investigador mantiene que la mayoría nunca ha tenido un contacto real con una banda y que jamás llegarán a dar el salto.

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