Habla Antonio, el joven apalizado en el metro de Barcelona: "Quizás no vi el peligro, me vi valiente"

  • Antonio no siente rencor pero quiere que a los que le pegaron les caiga una condena de por vida

  • Siente rabia e impotencia y se pregunta por qué no se bajó del vagón como su amigo

  • Cree que pecó de valiente y le acabaron "pegando por todos lados"

Antonio quedó en silla de ruedas y perdió casi por completo la visión de un ojo. Informativos Telecinco ha tenido acceso a las imágenes de la agresión que se han visionado en el juzgado y ponen los pelos de punta. Antonio García volvía de fiesta con unos amigos cuando entraron en el vagón de metro de Barcelona un grupo de jóvenes bastante alborotados. Su amigo les vio e inmediatamente se cambió de vagón, pero Antonio se quedó en él. Reconoce que "no vi el peligro, me vi valiente" y se arrepentirá el resto de su vida de no haber seguido los pasos de su amigo, que vio rápido que nada bueno podía pasar en ese vagón.

En 2016, Antonio fue víctima de una brutal paliza que le dejó en silla de ruedas. Todo ocurrió una noche el metro de Barcelona, a la altura de la estación de Besòs Mar, cuando un grupo de jóvenes que se habían colado en el metro y provocado varios destrozos le tiraron al suelo y comenzaron a patearle. Casi 4 años después, salen a la luz las imágenes de la brutal paliza que recibió.

Antonio recriminó a los jóvenes que lanzaran objetos en el vagón. Un comentario cívico que le pasó factura porque los jóvenes se alteraron aún más. Ante la reacción airada de los jóvenes Antonio decidió que era el momento de bajarse del andén. Demasiado tarde. Le bloquearon la salida y empezaron a pegarle sin piedad. Le hemos dejado hecho polvo, dirían poco después a través de sus móviles. No había lugar para héroes aunque Antonio cree que con haber pulsado el botón de emergencia....La gente del vagón no daba crédito y huía del lugar de los hechos.

"Me pegaron por todos lados", recuerda. Y aunque fue capaz de salir de la encerrona tambaleándose, perdió la conciencia y se despertó ya cuando los servicios de emergencia le estaban tratando. Ni rastro de los guardias de seguridad en una línea que Antonio reconoce complicada. "No recuerdo ni cómo pude levantarme, fue el instinto de supervivencia". Ahora Antonio siente rabia e impotencia al ver las imágenes, se pregunta por qué no salió del vagón con su amigo. No siente rencor. Ahora, en el juicio, quiso mirarles a los ojos, pero ahora todos ellos bajan la cabeza. Solo espera que les caiga una pena para toda la vida porque los daños para Antonio sí que serán para siempre. Y todo por haber pedido calma a unos jóvenes y no haberse bajado a tiempo del metro. Fiscalía y acusación piden 12 años de cárcel para cada uno de los acusados en el juicio.