Aplaudir en soledad: cuando no tienes horizonte que mirar

  • El confinamiento no es igual para todos

  • Paredes pegadas que generan angustia o infraviviendas que se convierten en cárceles

El confinamiento, al que la inmensa mayoría de ciudadanos se ve sometido, no es igual para todos. No es lo mismo, estar acompañado que solo, o disponer de una casa amplia con terraza o jardín, que vivir en un piso pequeño que da a un patio interior.

Personas que viven en pisos diminutos y sin apenas luz nos descubren cómo es su día a día durante el confinamiento.

En un semisótano de Madrid, son la 20.00 horas y no sale nadie, Gema aplaude sola y sólo escucha el eco de sus palmas en un patio interior que retumba soledad.

Los sótanos se convierten hoy más que nunca en zulos, minipisos interiores sin vistas. Son casas a las que no visita el sol, paredes pegadas que generan angustia, infraviviendas que se convierten en cárceles.

Hay psicólogos que atienden gratis a personas que han desarrollado ansiedad y depresión en apenas dos semanas y aconsejan que no dejen de aplaudir, sea donde sea y escuche quien escuche, esas es la actitud.