Las espectaculares imágenes, para el deleite de todos, fueron captadas por investigadores chinos que se encontraban en la Estación de Investigación de Zhongshan, en la Antártida Fue allí donde de pronto, un espectáculo luminoso único se adueñó del cielo durante la noche, tiñendo todo de tonos verdes y malvas; de luces que bailaban sobre sus cabezas ondulando en un escenario verdaderamente impresionante.
Se trataba de una bellísima aurora austral, un fenómeno de luz natural que se produce con predominancia en altas latitudes, alrededor del Ártico y la Antártida, aunque ocasionalmente se dejan ver por otras regiones como Noruega, Canadá, Alaska, Groenlandia, Islandia o Suecia, entre otras, para fortuna de quienes viven allí.
Técnicamente, se producen por perturbaciones en la magnetosfera de la Tierra por el viento solar; por una corriente de partículas cargadas que escapan del Sol. Cuando estas perturbaciones son los suficientemente fuertes para alterar las trayectorias de las partículas cargadas, éstas se precipitan en la atmósfera superior emitiendo luces que varían en su color y su movimiento.
Se dice que los mejores meses para observar las auroras boreales, es decir, las que se registran en el hemisferio norte, están entre septiembre y marzo, mientras que para las auroras australes, –las del hemisferio sur–, se recomiendan los meses entre marzo y septiembre.