Él le resta importancia. Fue un “instinto”, dice, pero lo cierto es que aquel 4 de enero, a las 5:15 horas de una madrugada envuelta por la niebla en la A-52, en A Gudiña, Ourense, José Alberto Torres evitó lo que pudo ser un trágico accidente.
Camionero de profesión, se encontraba fuera de servicio, volviendo en casa en su turismo particular cuando, de repente, vio a un vehículo conduciendo en sentido contrario: el otro conductor “no sabía dónde estaba”, cuenta. Por esta razón, José Alberto circuló en paralelo durante varios kilómetros para advertirle del peligro: le pitó y constantemente intentó advertirle dándole las luces, pero no logró nada. Por eso, decidió rebasarle. Aparcó el coche, se armó de valor y, con chaleco y linterna, cruzó la mediana, accedió a la otra calzada y, mediante señas, por fin, consiguió parar al vehículo kamikaze. Dentro, había un octogenario desorientado: “Lo único que preguntaba era: ‘¿Qué pasa?, ¿qué pasa?, ¿qué pasa? Yo tengo que irme a mi casa’".
Ahora, la propia Guardia Civil ha dado las gracias al camionero, convertido en héroe: “Mi agradecimiento como Guardia Civil de tráfico y como ciudadano”, ha dicho el teniente Nogueiras.
El protagonista, por su parte, le quita importancia: “Yo no lo considero una acción heroica ni nada”