La depresión, el trastorno mental que afecta a 300 millones de personas

Informativos Telecinco 10/10/2018 07:36

La depresión, tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), “es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana”. Por ello puede llegar a convertirse en un problema serio de salud, sobre todo cuando hablamos de depresiones de larga duración e intensidad de moderada a grave, momento en el que puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares.

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A pesar de que existen tratamientos eficaces para tratar la depresión, más de la mitad de los afectados en el mundo no recibe el tratamiento necesario (esa cifra aumenta al 90% en algunos países). El principal obstáculo que tienen esas personas que no reciben el tratamiento adecuado casi siempre es el mismo: la falta de recursos y de personal sanitario capacitado para tal hecho. Pero también existen aún estigmas sobre los trastornos mentales y hay que luchar contra la inexactitud en la evaluación que aún existe en algunos sitios.

Los tipos de depresiones según el número e intensidad de los síntomas

Es importante explicar que no todas las depresiones son iguales, ya que dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas que se tengan, los episodios depresivos pueden llegar a clasificarse en leves, moderados o graves. Incluso hay que distinguir entre la depresión entre personas que han tenido y que no han tenido antecedentes de episodios maníacos. Ambos tipos de depresión pueden ser crónicas y recidivantes, sobre todo si no se tratan.

De esta forma, el denominado trastorno depresivo recurrente tiene como característica la repetición de los episodios de depresión. En dichos episodios, en un periodo mínimo de dos semanas, hay un estado de ánimo deprimido, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar y reducción de la energía, algo que produce una disminución de la actividad. Sin olvidar que muchas personas con depresión también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración e incluso síntomas sin explicación médica.

Mientras que las personas con episodios depresivos leves pueden llegar a tener alguna dificultad para seguir con sus actividades laborales y sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente; durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el paciente pueda mantener sus actividades sociales, laborales o domésticas si no es con grandes limitaciones.

Respecto al trastorno afectivo bipolar, sus características principales es que se reflejan en episodios maníacos y depresivos separados por intervalos en los que el estado de ánimo es normal. Estos episodios cursan con un estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea, autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir.

Tratamientos eficaces para la depresión

Pero es importante saber que existen tratamientos eficaces para la depresión, tanto para la moderada como para la grave. Así, los profesionales sanitarios pueden ofrecer diferentes tratamientos psicológicos para tratarla: activación conductal, terapia cognitiva conductal y psicoterapia interpersonal o medicamentos antidepresivos como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y los antidepresivos tricíclicos.

Eso sí, los profesionales sanitarios deben tener presentes los posibles efectos adversos que puedan llegar a tener los antidepresivos en los pacientes, las posibilidades de llevar a cabo uno u otro tipo de intervención y las preferencias individuales del mismo. Dentro de los posibles tratamientos psicológicos existentes están los de cara a cara, individuales o en grupo, dispensados por profesionales o por terapeutas legos supervisados.

Por ejemplo, los antidepresivos pueden ser eficaces en la depresión moderada a grave, pero no son el tratamiento de elección en los casos leves, y no se deben utilizar para tratar la depresión en niños ni como tratamiento de primera línea en adolescentes, en los que hay que utilizarlos con cautela.

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