Cortaba leña tranquilamente en una calle de Algar, Cádiz, cuando la Guardia Civil, le preguntó por su lugar de residencia. Al conocer que era de otra localidad próxima, procedieron a identificarle, y a preguntarle por el motivo del desplazamiento, y por el hecho de estar en la vía pública dedicado a esa tarea.
Ahí los acontecimientos se precipitaron. Por la puerta de una vivienda salió enfurecida una mujer de 47 años, pareja del improvisado leñador: "Increpando a los agentes y dirigiéndose a estos con insultos y amenazas de muerte, intentando golpear a los guardias civiles, y gritando que se encontraba embarazada, y que si le pasaba algo al bebé que esperaba, iba a matar a los guardias civiles y los iba a enterrar", dice la nota policial.
No acabó tan fácilmente el asunto. En su enfado, la mujer animó a sus hijas menores a que salieran de la vivienda para agredir a los agentes. El altercado alcanzó tales cotas, que una de las hijas y su pareja acabaron recriminando a su madre por su actitud.
La mujer, que ya había sido denunciada en otras cinco ocasiones por saltarse el confinamiento, acabó esta vez detenida por resistencia a la autoridad. Su pareja, denunciada por incumplir el confinamiento. El hacha, no nos olvidemos de ella, confiscada.